El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
A lo bueno llaman malo y a lo malo dicen bueno ideólogos de rebaño, intelectuales gregarios que nunca miran al cielo.
No me dan nombre mis obras; aunque entre los surcos queda el fruto y cosecha de mis horas, de mi labranza y mis poemas.
Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo (Génesis 11:4)
Y tus manos poco a poco van tensando las promesas, el futuro y los versos...
Fui inmoral por tocarme la prostituta, traidor mi abrazo al recaudador Zaqueo. Irreverente defender a la mujer adúltera, y fanático con los mercaderes del templo.
Pronunciaste mi nombre como nadie lo ha pronunciado. Sonó como un vuelo de alondras en un campo de trigo.
Un poema inspirado en la parábola del Buen Samaritano.
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo (Romanos 15:13)
Una sola cruz de madera, vacía, eternizó todos los amaneceres, cumplió todas las profecías, brotó en la roca ríos y fuentes.
Toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto (Romanos 8:22)
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo.
Y he aquí, ante mí calzada recta donde el torpe no se sale del camino; donde aún el cojo, y el que tropieza, reencuentra siempre su destino.
En recuerdo del atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en Atocha.
María estaba fuera llorando junto al sepulcro. Se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Y El le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? (Juan 20)
Si los sueños se rompen en cristales miro más alto, más lejos, más profundo.
Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. (Isaías 9:6)
Una paráfrasis poética de Lucas 24:36.
Un relámpago de gracia inusitada, un latido en la hora del milagro, un confluir el todo con la nada.
Me remonto al inicio de los tiempos donde el árbol de la muerte y de la vida.
Engañoso es el espejo del corazón, camino empedrado de noches sin luna, si descuidase tu Espíritu y tu voz. Solo yo, solo vacío, solo bruma.
No permitas que olvide mi alma (salmo 103:2-4)
En el estrecho trecho del lecho de la noche la lluvia lo tapa todo, la lluvia lo oculta todo, la lluvia es un sudario blanco.
Si miras fijamente al abismo, el abismo acaba mirando dentro de ti (Nietzsche)
Dispararon, sin ningún éxito, varias ráfagas de sueños al corazón de los coyotes.
No sé, mi Dios, para qué me tienes aún rondando entre las horas.
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