El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Cuando menos lo pensaba enfermó de muerte Don Quijote.
Quiso Cervantes elegir Barcelona para que la ciudad a la que elogió fuera testigo de las tristes, las dolientes, las desmayadas palabras del vencido caballero.
El amor es una deidad a la vez alagüeña y terrible. Don Quijote acomoda la sentencia del niño a sus propios suspiros amorosos y dice a Sancho: “¿No ves tú que aplicando aquella palabra a mi intención quiere significar que no tengo de ver más a mi Dulcinea?”
Monroy pone su prosa -y su poderosa voz- al servicio de los demás, sin perder ningún segundo en las críticas facilonas a las que están malacostumbrados los mediocres.
Zaragoza significaba para Don Quijote un mítico destino que cambia en el capítulo LIX de la segunda parte.
Razón sobrada asiste a Don Quijote cuando dice que aunque los atributos de Dios son todos iguales, más resplandece y campea el de la misericordia que el de la justicia.
Si aquellos comportamientos de curas eran perfume, Dios nos libre del hedor.
Aún queda mucho por explorar en el texto sagrado, muchos misterios que desentrañar y muchas bellezas por descubrir. Parecidas características se dan en el Quijote.
¿Qué pensó del clero de su época el insigne autor del Quijote? ¿Qué eran los curas, según Cervantes?
Los escritos bíblicos no callan los defectos de sus autores ni se pintan a sí mismos intachables, cuando hubieran podido hacerlo. Otro tanto ocurre en el Quijote.
A Don Quijote no se le puede encasillar en religión alguna. Lo demás son ganas de marear la perdiz.
Tanto la Biblia como el Quijote son libros que ejercen influencia universal.
Mientras el Quijote se limita a analizar nuestra condición humana, la Biblia, después de analizarla por el ojo escrutador de Dios, nos dice cuál es el remedio divino a todas nuestras calamidades.
La Biblia es la revelación divina de nuestra peregrinación terrena y habla el lenguaje de la eternidad.
El Quijote es un gran libro escrito por un gran hombre; la Biblia es un gran libro escrito por grandes hombres, pero inspirado por Dios.
El conocimiento que Cervantes tenía de la Biblia era bastante amplio, pero muy pocas veces la cita literalmente.
En el cuarto centenario de su muerte: Cervantes y la Biblia "protestante"- Bien pudo Cervantes haber tropezado con uno de estos ejemplares en sus andanzas.
En los comentarios de la protagonista late el prejuicio religioso de una España que desconoce la Escritura, pero que odia todo lo que suene a protestantismo.
Nuestra opinión es que Cervantes conoció y leyó los sagrados escritos en lengua de Castilla.
Trata Cervantes de la Cruz de Cristo empleando un lenguaje que, de no estar en verso, diríase escrito por San Pablo.
El 28 de enero fue el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, quien unió a la queja. Dijo: “España no debería dejar pasar la oportunidad de darle a esta efeméride el eco y la resonancia que nuestro escritor epónico merece”
No basta con decir que Cervantes conoció los textos sagrados. Esto es decir muy poco. Los amó, se identificó con ellos.
El fin principal que se propuso Cervantes fue, como él dice, deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y en el vulgo tenían entonces los libros de caballería.
La muestra recorre la obra del autor y su relación con las Escrituras en el cuarto centenario de su muerte.
Para Cervantes, todo cuanto la Biblia dice es verdad, y en esta verdad descansaba su fe y su conciencia religiosa.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.