El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Durante largos años trabajó en diversas imprentas y posteriormente en la editorial Katún, que se especializó en literatura mexicana y particularmente en poesía.
Los cristianos, atacados por su fe, retornaron a su hogar en el Estado de Hidalgo gracias a una resolución facilitada por funcionarios estatales y municipales.
A finales de los setentas y principios de los ochentas, decidieron crear las colonias de expulsados en la periferia de la antigua capital chiapaneca.
En algunos poblados el hostigamiento se torna cotidiano y violento, y tiene continuidad durante dos o tres décadas. En otros el ciclo persecutorio es más corto y los creyentes evangélicos terminan por ganar su espacio.
En los pueblos indios de Chiapas, y del país, miles de indígenas están optando por una nueva identidad religiosa, el cristianismo evangélico, el protestantismo.
En escritos de 1822 y 1825, José Joaquín Fernández de Lizardi hace una abierta defensa de la tolerancia y se refiere en términos elogiosos a Martín Lutero.
Entidades evangélicas, pastores e iglesias se movilizan para pedir respeto a la libertad de culto, tras meses de hostigamiento por su fe.
A los evangélicos chinantecos agredidos, por tener una identidad religiosa elegida y a contracorriente de la tradicional, los funcionarios de Oaxaca les regatean derechos constitucionales.
Con la poca información a la que tuvo acceso, J. J. Fernández de Lizardi pudo enterarse de lo central sobre los inclementes juicios inquisitoriales de 1559 en Valladolid.
El trabajo de Freire se caracterizó por un enfoque profundamente renovador de la visión pedagógica basado en la observación de la realidad social a fin de señalar en ella los conflictos producidos por la existencia de opresores y oprimidos.
Lizardi encontraba inexplicable que hubiese quienes defendían la permanencia del Santo Oficio en España y, por consecuencia, su continuación en México.
La segunda presentación del libro de Carlos Martínez García y Leopoldo Cervantes-Ortiz tendrá lugar este domingo 11 de agosto en la Iglesia Nacional Presbiteriana El Divino Salvador, en Ciudad de México.
Homenajear a Garma Navarro luego de 40 años de labor docente e investigativa es una excelente oportunidad para valorar la manera en que ha contribuido a ampliar el espectro de los estudios sobre religión en general.
En la experiencia de Morales convivieron varias eclesiologías entre las cuales debió moverse para percibir, en su opinión, cuál sería la más conveniente para el contexto mexicano.
Mucha de la literatura del autor mexicano tiene un trasfondo netamente religioso; este hecho hay que tenerlo en cuenta para comprender su prosa.
Morales comenzó a colaborar en la revista El Faro desde su primer año de publicación, cuando él llevaba aproximadamente 16 años de servicio ministerial.
Los 150 años de organización de la Iglesia Presbiteriana El Divino Salvador son una excelente oportunidad para revisar algunos criterios historiográficos que se han manejado para estudiar los inicios del protestantismo en México.
Como parte de los inicios de la presencia del protestantismo en México, la fundación de la Iglesia Presbiteriana El Divino Salvador en el Centro Histórico en 1874 representa uno de sus momentos cruciales.
Antes de la llegada de misioneros extranjeros ya existían diversos núcleos liberales y anticlericales que practicaban una fe distinta de la católico-romana.
Es muy importante matizar y no seguir perpetrando eso de “la Iglesia” cuando la noticia o algún analista en realidad están refiriéndose a la Iglesia católica romana.
Lumbreras acometió la tarea de que se conozcan tres perspectivas: la versión del gobierno mexicano, la versión de la iglesia congregacional, y la versión de la defensa del cura Victorio Reinoso.
El documento en cuestión es un extenso análisis (130 pp., 265 parágrafos) de la problemática que aqueja al país.
Peza no escribió una sola pieza de contenido religioso digna de figurar en una antología. Con todo, tampoco fue indiferente a la religión y a sus misterios.
A Paz le sorprende el atrevimiento de Job para dialogar con Dios y se ve a sí mismo en busca del Eterno.
Ochoa era mujer católica que, al igual que Gabriela Mistral, tenía la Biblia como libro de cabecera.
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