El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En Latinoamérica se desarrollan diversas corrientes teológicas que ahondan en el problema de la pobreza. Samuel Escobar respondió a las inquietudes que se levantaban en un debate que trascendió a lo teológico.
Pixley desarrolló un estilo propio que conjuntó las corrientes hermenéuticas más innovadoras con las orientaciones ideológicas que buscaban el cambio social.
Hanks publicó en 1982 un libro que marcó definitivamente su reflexión.
Irene Foulkes fue una erudita surgida de la auténtica teología evangélica tradicional que, con el paso del tiempo, consiguió dialogar en profundidad con las nuevas tendencias teológicas surgidas en América Latina.
El repaso que Stam hizo de la necesidad de una hermenéutica seria y contextual al momento de leer e interpretar la Biblia lo situó en la vertiente más avanzada de la teología protestante.
Toda teología cristiana, y la Teología de la Liberación no puede ser la excepción, debe enfrentar las urgencias humanas con una palabra y acciones puntuales basadas en el poder liberador del Evangelio de Jesucristo.
La identificación entre las teologías latinoamericana y de la liberación ha contribuido a ver sus desarrollos como algo paralelo.
La lírica hispanoamericana ha perdido una de sus más grandes referencias.
La nueva definición de “iglesia”, sus nuevos signos, acordes todos ellos con el proceso encarnacional de la humanización, implicaban, entre otras cosas, que se trataba de una comunidad de gozo, al servicio de la historicidad humana, de la solidaridad, del sufrimiento mesiánico y de la apertura al futuro a partir de la dialéctica de la resurrección.
Por caminos separados, llegaron a un punto común de acuerdo en la proyección de la tarea cristiana en América Latina, acechada por una parte por los impulsos imperialistas de la época y, por la otra, por los esfuerzos renovadores para cambiar el rostro de la fe cristiana en unas sociedades sometidas trágicamente a los dictados del conservadurismo y la tradición.
El pastor presbiteriano brasileño que, al igual que Gutiérrez, comenzó a articular una reflexión teológica muy distinta a la que se aprendía a elaborar en la inmensa mayoría de seminarios evangélicos del continente.
Cone propuso en su segundo libro una teología que, desde las raíces más hondas de las enseñanzas bíblicas, pusiera en tela de juicio la supremacía blanca y cristiana que se había arrogado, hasta entonces, la representación única de la voluntad divina.
Su teología, de fuerte potencial profético, estableció una clara línea de discernimiento sobre la acción de Dios en el mundo.
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