El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Puede que abandonara el catolicismo, pero a lo largo de su vida no abandonó a Dios ni el hecho religioso.
Yo encuadraría a Cortázar en un racionalismo agnóstico o en un agnosticismo racionalista.
Sábato escribía y pintaba. Consideraba que “el ateísmo es un fenómeno absolutamente novedoso, que los pueblos siempre creyeron en Dios”.
Escribir negativamente de la religión y desvincularse de la Iglesia católica no significa ser ateo. Parra tenía un alto concepto de Dios, al que cita con frecuencia en sus versos.
Blanca Varela vivió peleada con Dios. Dios era alguien más allá de lo que ella podía asumir.
En torno a César Vallejo existe una controversia insoluble que discute sus ideas religiosas y su actitud ante Dios.
Ante el hecho religioso. No es de los poetas que dicen que el primer verso se lo dan los dioses.
Poco se ha escrito sobre el sentir religioso de Álvaro Mutis.
En una de sus novelas, Echenique recuerda algunos episodios de su vida durante la estancia en el colegio religioso de su infancia.
El poeta entregó gran parte de su vida a la Teosofía, de la que escribió varios libros y numerosos artículos en las revistas.
Peza no escribió una sola pieza de contenido religioso digna de figurar en una antología. Con todo, tampoco fue indiferente a la religión y a sus misterios.
A Paz le sorprende el atrevimiento de Job para dialogar con Dios y se ve a sí mismo en busca del Eterno.
Ochoa era mujer católica que, al igual que Gabriela Mistral, tenía la Biblia como libro de cabecera.
La fe se despertó en él de una forma natural. En Plenitud afirma que “el hombre es un ser organizado especialmente para creer”.
Neruda expresa la dramática sed de espiritualidad celestial que invade el corazón humano.
El sentido religioso de la poetisa prohijó en su creación un vínculo profundo con la tierra y con el ser humano.
En su obra poética la muerte es una inminencia y el encuentro con la eternidad una realidad garantizada.
La imposibilidad de fotografiar el rostro de Dios, el no poder verlo como vemos al ser de carne y hueso que tenemos junto a nosotros, no son razones para deducir su inexistencia.
En casi todas sus novelas hay alusiones, citas y referencias a estas cuestiones trascendentales. Personajes que discuten, aprueban o desaprueban, creen o no creen en la espiritualidad del ser humano.
Fue un gran poeta, un incomparable artista, un innovador de las ideas y del verso.
Toda su obra está llena de obsesiones religiosas y teológicas.
De la religiosidad de Miguel Ángel Asturias se conoce muy poco. Se ha desarrollado siempre en un ámbito recatado. Según sus biógrafos más imparciales, la figura de Cristo le obsesionó siempre.
Plasmaron la realidad social de Hispanoamérica y exaltaron la identidad nacional, lo que llegó a convertir su obra en una expresión autóctona con un sentimiento de pertenencia nacional.
Un libro para ser leído y estudiado ahora y en el próximo siglo.
Tendrás que escoger si confías en la Palabra de Dios o la de los hombres.
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