El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Es la dependencia de su hacer, y no la dependencia de nuestras ‘capacidades’, lo que desarrolla en cada uno un entendimiento profundo del proceso de santificación.
Ruth Lorente y Laura Pérez presentan ‘Una historia mejor’, un recurso para llevar el mensaje de Jesús a la universidad. “Las narrativas importan, funcionan como unas gafas a través de las que interpretamos lo que vivimos”, explican.
Si la justicia emana del pueblo, será variable como el pueblo lo es; y si el pueblo cambia, la justicia también cambiará.
Debemos evaluar cuál y cómo debe ser nuestra presencia evangélica en un mundo injusto, un mundo que también necesita de nuestros valores, los valores del Reino.
El cristianismo debe de tener en cuenta el concepto de projimidad que nos dejó Jesús. Esto no llevaría a tener en cuenta nuestra función social en todo lo relacionado con el prójimo que sufre.
No hay nada como una expectativa de justicia insatisfecha. Por mucho que pretendamos acostumbrarnos a ello, somos buscadores natos de retribución.
El silencio cómplice que, quizás, atrona al mundo debe saltar hecho pedazos con la voz solidaria de los creyentes del mundo.
El tribunal de La Haya se manifiesta sobre el conflicto en Palestina después de la denuncia interpuesta por Sudáfrica. “La población gazatí está siendo castigada”, dice un líder evangélico sudafricano.
¿Tiene vigencia hoy esta frase de Dios a través del profeta Isaías: “El despojo del pobre está en vuestras casas” (Isaías 3:14)
El ochenta por ciento del mundo en pobreza conforman un cuadro horroroso que expone en público, ante los ojos de todos, el gran escándalo de la humanidad.
Me refiero a aquellos que han sido victimizados, excluidos, pasados a una especie de reino del no ser y allí han quedado mudos, aunque quizás están transmitiendo toda una teología que yo la llamo muda.
Los traidores no escaparán de las consecuencias de su traición. Por contra, es la justicia, el recto proceder, lo que les libra a los que se mantienen firmes en ella.
Los cuáqueros aplicaron la enseñanza de Jesús sobre la honestidad a los precios. ¿Y nosotros?
Lo poco, con justicia es mucho, por el valor de la justicia. Lo mucho, sin justicia es nada, por la falta de justicia.
Dios se ve atraído por los pobres, los marginados y los indeseados de este mundo.
Lo que Keller intentó hacer en la iglesia del Redentor de Nueva York es lo que Conn buscaba: una iglesia que predique sistemáticamente el Evangelio en la gran ciudad, por medio de la exposición bíblica y el anuncio de justicia para el pobre, unido a obras de misericordia.
Es Dios quien pone al justo y al impío en su sitio. No son los hombres los que deciden, ni los que tienen la última palabra.
El concepto de cristianismo necesita de muchas y muchas vidas cristianas comprometidas con el prójimo y con el mundo.
El principio bíblico del sacerdocio de todos los creyentes está en contra de estilos de liderazgo arbitrarios, autoritarios, jerárquicos y discriminatorios influenciados por nuestra cultura. Por Dinorah B. Méndez.
Si el cristiano es libre para algo, es para comprometerse en su libertad con el prójimo sufriente.
El caso que trascendió a los medios de comunicación en noviembre se cierra con la absolución de los padres y también del hijo, que había sido acusado por sus padres de generarles lesiones leves.
¿Qué ha ocurrido con todos aquellos compromisos tan fuertes en torno a la projimidad, al amor al prójimo, que se sitúa en el centro del Evangelio de la gracia y de la misericordia de Dios?
El auténtico culto es aquel al que nos presentamos reconciliados con el prójimo por haber practicado la búsqueda de justicia y haber practicado la misericordia.
¿Cómo es posible que el 20% del mundo rico posea el 80% del Producto Mundial Bruto ante el silencio de masas enormes de población?
¿De dónde vendrá, entonces, la misericordia, la compasión, para el que ha transgredido y reconoce su falta? Si de los hombres no viene ¿de dónde procederá?
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