El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En colaboración con otros abogados decidió constituir Amnistía con la intención de combatir las violaciones de los derechos humanos en todos los rincones del mundo.
El ojo inexorable de Ibsen percibe la duplicidad de la naturaleza humana.
Hay que trabajar desde otras líneas, desde otras perspectivas menos egoístas, abiertos a las necesidades de los otros.
No hay ser tan vulnerable como el que está arriba, el líder, el dirigente, el consagrado.
Sabe, como pocos de sus contemporáneos, penetrar con sus escritos en las profundidades del alma humana, del alma española.
Todo se valida desde el compromiso, desde la acción, desde la práctica de la misericordia que acaba siendo también evangelizadora en el mundo.
Existe una evidente desarmonía moral y religiosa en aquella persona que se porta piadosamente en el culto, ora con mucha unción, bendice el nombre de Dios, y en cuanto abandona el local de la Iglesia se dedica a perjudicar con la lengua a sus semejantes.
Huxley siguió paso a paso a sus contemporáneos desde el escepticismo de la posguerra hasta la angustia trágica de un mundo impersonal. En sus últimos años, hastiado de las religiones tradicionales, se volvió hacia la mística oriental en una nueva exploración del Absoluto.
No hay posibilidad de encontrar el auténtico sentido de la vida siguiendo estas concepciones del mundo que nos meten en ceremonias falsas e inútiles.
La envidia es uno de los poquísimos pecados que no produce placer a quien lo comete. El envidioso no disfruta de nada. Al contrario, se mortifica a sí mismo.
Pensaba en la muerte como liberación de sus trastornos psíquicos, como el encuentro definitivo con su propia derrota.
¿Qué ha ocurrido con todos aquellos compromisos tan fuertes en torno a la projimidad, al amor al prójimo, que se sitúa en el centro del Evangelio de la gracia y de la misericordia de Dios?
Este tipo de gente no es de los que abandona la fe, no; dejan la congregación local y se van a otra, donde repiten la misma experiencia.
Hemos de admitir que el que Dios profesa al ser humano es un amor no merecido. Si le amamos, es porque Él nos amó primero. El de Él hacia nosotros es un amor no merecido.
Los que rompen la unidad de la iglesia son, en el fondo, estos buscadores de la falsa pureza, los que tienden a convertir en pecadores a otros.
Nadie más que Dios puede dar vida, color y perfume a las flores; pero el murmurador, en un instante, con sólo el poder de su lengua, las hace pedazos y las arroja al polvo.
El Principito es el libro más conocido de Saint-Exupery, el más leído. Aunque está dedicado a los niños y catalogado como un libro para niños, en realidad no corresponde a la literatura especialmente concebida para niños.
El auténtico culto es aquel al que nos presentamos reconciliados con el prójimo por haber practicado la búsqueda de justicia y haber practicado la misericordia.
Con nuestro Casiodoro, preguntamos: ¿de quién tiene el papado lo que tiene y de lo que se gloría?
En todas las tierras el sol sale al amanecer, pero quien mucho, ve mucho retiene en el alma.
Maeztu escribe sobre tres mitos literarios españoles. Tres formas de concebir el amor. Sólo quienes viven el amor con semejante fuerza son capaces de olvidarse de sí mismos.
¿Cómo es posible que el 20% del mundo rico posea el 80% del Producto Mundial Bruto ante el silencio de masas enormes de población?
Un estudio de Juan 2:1-13.
Árabes e israelitas podrían vivir juntos, conteniendo sus diferencias, pero musulmanes y hebreos lo tienen muy difícil.
La religión no es consecuencia de una idea que surge en el tiempo. Es un sentimiento sublime, arraigado en la profundidad del alma, envuelto en deslumbrantes resplandores de eternidad.
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