El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Hemingway buscaba ese amor liberador, que todos ansiamos. El problema es que como él, no nos atrevemos a dejar todo y perseguirlo, porque nos mostraría lo que somos en realidad.
Si termino creyendo que es mi compasión, mi insistencia, mi puesta en escena, mis maneras, lo que hace que se compadezca y cumpla con sus deberes, no he entendido nada de su mensaje.
El ejemplo de Bonhoeffer nos confronta con una pregunta fundamental: ¿hasta dónde llega la obediencia a la autoridad?
He aprendido mucho de Samuel, pero lo que más me ha impresionado siempre de él es su sencillez. Una de las cosas que más me ha sorprendido en la vida, es que los mayores hombres de Dios que he conocido son también los más humildes.
Al final del camino, nos pueden faltar respuestas. Pero cuando se llega a la edad de Samuel Escobar, uno ve la vida con otra perspectiva. Así llegamos al final de estos programas especiales, dirigidos por José de Segovia.
Reconocemos el diagnostico que hace la Biblia de nuestra triste realidad. Pero hay una esperanza de salvación, que no viene de nosotros, sino de Aquel cuya sangre nos limpia de todo pecado.
La identidad es lo que más preocupa en nuestro mundo. Escobar se acercó a esta cuestión y profundizó en qué significa ser evangélico.
“Su meticulosa labor como revisora de textos bíblicos ha sido fundamental para que innumerables personas puedan acceder hoy a la Palabra de Dios con precisión y claridad”, expresan desde Sociedad Bíblica, donde sirvió durante muchos años.
En una mujer se piensa con mucho ahínco si ha dejado de dar todo lo que el hombre estaba acostumbrado a recibir.
Como cristianos, nuestra lealtad última no pertenece a ningún estado o nación, sino al Reino eterno de Dios, un reino de justicia y paz que jamás será destruido.
Álvaro Pombo, el nuevo Premio Cervantes, es académico de la lengua, un autor popular, ganador de diversos premios, pero que escribe siempre a contracorriente.
Ante la realidad de la vejez, Samuel reflexiona cómo se enfrenta al paso de los años y la debilidad.
Si confiamos en “los príncipes de este mundo”, nuestra bondad e ideales, cometeremos el error de creer haber encontrado en alguien una integridad que no hay en ningún ser humano.
Al llegar a una edad avanzada, Escobar mira no solo al pasado, sino también a los desafíos que percibe para la generación actual y la próxima.
Que sea el Señor quien renueve día a día nuestra firmeza, aunque esta decisión sea contraria a lo que nos obliga la autoridad de turno.
La batalla contra la secularización es una lucha constante que requiere vigilancia, disciplina y una profunda dependencia de Dios. No podemos bajar la guardia ni ceder a la presión de conformarnos al mundo.
Dios anuncia una nueva creación en la que el cielo y la tierra ya no estarán separados. Cristo no ha venido sólo a salvar a muchas personas, sino a redimir a la creación de los efectos del mal.
A principios de siglo XXI Samuel se establece en Valencia, iniciando una etapa diferente.
Hace bien, el músico australiano, en seguir leyendo la Biblia. Es así cómo ha adquirido un “sentimiento en general de que hay algún tipo de divinidad en el mundo”.
Los hijos de hoy necesitan padres que no se comporten como todos lo hacen: que no busquen lo mejor para ellos mismos, sino que sean en primer lugar, padres que les amen.
La expansión del cristianismo por todo el mundo va haciendo que este cambie su rostro global. Escobar recuerda los esfuerzos de educación teológica tanto en el Norte como en el Sur.
El reto es formar discípulos con una cosmovisión bíblica sólida, optimista y apasionada, que sean capaces de moverse en la época digital con soltura y precisión.
No es lo mismo, la fe que lo que nos gustaría creer. La fe se basa en la revelación de una verdad en la que podemos confiar.
Muchos creen que Dios ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. Pero en este capítulo vemos lo contrario, que Dios ayuda a quien no puede.
Había que aguardar a que Dios actuase conforme a las peticiones de sus jefes. Porque Dios era el siervo y los siervos los mandamases.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.