El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Jonathan Edwards (1703-1758) fue un predicador de la época colonial del siglo XVIII, un catalizador de uno de los mayores avivamientos de la historia y el teólogo más brillante de Norteamérica.
La manipulación psicológica existe y goza de buena salud también en el ámbito evangélico.
El avivamiento, según Edwards, era una exhibición del poder de Dios que le da gloria a su Nombre y que sale de la gracia soberana de la omnipotencia del Altísimo.
Cuando el pueblo de Dios está expuesto a aflicciones puede encontrar reposo en Cristo.
En las almas de los impíos reinan principios infernales que al instante se inflamarían y arderían con fuego del infierno si no fuese porque Dios lo impide.
Jonathan Edwards no solamente es considerado el teólogo más importante del continente americano, sino también una de sus mentes más brillantes.
La conversión de Edwards no fue un suceso instantáneo, sino más bien una sucesión de perturbaciones cada vez más profundas que produjeron en su ser una consciencia de su debilidad natural, junto con el sentido de la gracia divina.
Arrepentimiento y autocrítica no ocurren solo una vez, sino que forman parte de la vida cristiana.
El problema fundamental del ser humano no es su falta de auto-estima ni el estado de la economía ni el terrorismo islámico.
Un fragmento de “La predicación que aviva. Lecciones de Jonathan Edwards” (2016, Editorial Clie).
Un análisis del sermón evangélico más famoso de todos los tiempos.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.