El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El Verbo eterno de Dios se hizo carne, y habitó entre nosotros. Aprendió nuestro idioma y se comunicó con nosotros de manera comprensible.
Quienes sólo ven los datos concretos, a menudo lo hacen sin darse cuenta que esos datos señalan a la realidad de la presencia y la gloria del amor de Dios.
El principio de la restauración es reconocer nuestra situación de necesidad delante de Dios.
Hay que celebrar que el Señor resucitado se acerca a nosotros, nos da la facultad de perdonar y nos invita a averiguar qué estamos haciendo en esta vida.
Los ucranianos que viajaron a Wisła (Polonia) para asistir al ELF no hablaron de cifras. Compartieron historias sobre niños que sufren un trauma vicario, cristianos que oran con soldados en el frente y la acción resiliente de iglesias que atienden a familias desplazadas.
Cristo hizo que ahora vivamos “desde adentro” de Dios, escondidos en Dios. Por lo tanto, tenemos que vivir de una cierta manera, resucitada.
Nosotros llevamos a Cristo. Somos como ese burrito, que llevamos al Señor Jesús para que él cumpla su buena misión de redención.
¿Qué consigue convertir a profesionales de la información acostumbrados a interrogar a líderes políticos y religiosos en simples ‘fans’ cuando viajan a Roma para conocer al nuevo pontífice?
Vamos a distinguir las cosas en que vale la pena apresurarse.
La contextualización de la adoración y del discurso y acción de la iglesia en el mundo es un tema que estuvo siempre presente en la reflexión teológica de Samuel Escobar.
El apagón en España es un recordatorio de que ni el estado ni la tecnología pueden garantizar nuestra seguridad. La lenta recuperación tras 6 meses de la DANA nos hace comprender que no debemos dar por sentado que ‘las cosas tienen que ir bien’.
El resucitado nos da esperanza. Nos orienta hacia el futuro.
Desde la condición galilea de marginación se puede ejercer con alegría la singularidad de la misión cristiana.
Nuestra tendencia natural es tenerle miedo a Dios. Pero el énfasis de la Biblia es no confundir el temor reverente con el miedo.
El cristianismo tiene que hacerse una realidad personal, que inspira nuestros pensamientos, llena nuestras palabras e impulsa nuestros actos.
La única tabla de salvación que tenemos, es la gracia de Dios.
Que hoy nos ilumine Su Palabra para reconocer el camino de vida, y para rechazar el camino estéril que no promueve la esperanza.
Demos gracias a Dios por su buena noticia que rompe con todo determinismo, y abre todos los destinos cerrados y los callejones sin salida.
Participamos en la iglesia no para quedarnos aquí, refugiados de la maldad del mundo y gozándonos del amor de Dios, sino para ser enviados.
A pesar de nuestra condición caída, nos incluye en sus buenos planes de bendición.
Como bautista, he visto que casi todos los principios de esta denominación provienen de convicciones, hallazgos y afirmaciones de los anabautistas pacíficos del siglo XVI.
Joel Forster recorre las calles de su barrio mostrando los avances en la limpieza y recuperación, así como lo mucho que aún queda por hacer, y reflexiona sobre las preguntas que aparecen entre los afectados.
La palabra de Dios es una buena noticia, es evangelio, pero hay que librarnos de la tentación de convertirla en ideología, cuando comenzamos a ver a los demás como inferiores.
Si tenemos un corazón humano, hecho a imagen de Dios, tenemos la facultad, y la necesidad, de amar.
Podemos enfrentar la perspectiva del futuro no sólo con la nostalgia de la recuperación de lo perdido, sino con la esperanza de ser mejores, de añadirle sabiduría al corazón; porque por la gracia de Dios no volvemos a estar igual que antes, sino que tendremos una mayor gloria.
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