El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
El acontecimiento de la resurrección de Jesús sitúa todo su itinerario bajo una nueva luz.
Junto con San Juan de la Cruz, Santa Teresa representa el punto culminante de la brillante mística española.
¿Es posible construir una eclesiología que aterrice en la historia y en el mundo de lo real fundada sobre esas propuestas cristológicas?
Hay alrededor de 3.200 millones de personas sin acceso al mensaje de Jesús, es decir, un 40% no alcanzadas por el Evangelio. ¡Y menos del 1% de los misioneros enviados se están encargando de predicar en estos lugares no alcanzados!
En la cruz no murió cualquier ser humano, sino el mismo Hijo de Dios.
Como padres de una niña con necesidades médicas complejas, mi esposa y yo hemos librado muchas batallas de inclusión a nivel local y federal. Pero nada como una pandemia mundial para exponer la situación precaria de personas como Natalia en nuestra sociedad.
La persona que más influyó en la historia de la humanidad fue alguien que no escribió nada, ni recorrió el mundo, ni buscó ningún tipo de influencias importantes.
¿Por qué no se reveló la resurrección como una apoteosis apabullante de autoridad?
Las Escrituras nos muestran que los magos buscaban un Rey que había nacido, y le encontraron, un niño.
El pesebre, en toda su debilidad, tiene una carga subversiva que agita los valores predominantes de prestigio y poder del mundo contemporáneo.
La irrupción del Mesías ignorado por los suyos en Israel nos demuestra la deliberada aproximación del Dios que se hizo hombre hacia la raza humana caída y perdida en sus muchos extravíos.
No hay lujos, ni boato, ni grandezas, ni aparece rodeado de apoteosis pirotécnicas. Sencillamente, nace.
Con toda seguridad podemos dar por sentado que nuestra fidelidad tiene que ver con la oración de intercesión de Jesús.
La luz del Evangelio brilla potente en medio de tantas luces tenues. La Navidad nos recuerda que Dios ha bajado a este mundo para sufrir con nosotros, como nosotros y por nosotros.
Jesucristo amaneció en la historia desde su reverso, desde su subversión, desde la negación de los palacetes y lujos hedonistas.
Un poema de Jorge Castañeda, extraído de la obra Lirio de los valles. (Selecciona Isabel Pavón)
El hallazgo se produjo al rescatar los restos de un naufragio ocurrido frente a la costa de Cesarea, en Israel.
La narrativa resiliente de la Natividad todavía declara que el Hijo de Dios se convirtió en el Hijo del Hombre para que los hijos e hijas de los hombres pudieran convertirse en hijos e hijas de Dios.
Jesús es en quien me he inspirado cuando me han faltado referentes en todas mis luchas y desiertos personales.
Jesús aparece en esta tierra lleno de gracia. Su gran amor redentor se observa en el hecho de que es él quien toma la iniciativa para liberar al hombre y darle seguidamente vida eterna.
Todos tenemos cabida junto al pesebre, todos debemos estar allí para adorar al recién nacido, irrumpir radiantes de gozo ante su llegada.
Su fascinación, sin embargo, por la persona de Jesús nos llena de esperanza. Kafka decía que Jesús es “un abismo de luz, que si no cierras los ojos, te puedes caer dentro”.
El nombre de Dios es una promesa de ayuda y asistencia en todo momento.
Jesús quiere hacer presente a un Dios misericordioso que pone en crisis las distancias impuestas por una religión deshumanizadora y excluyente.
Según los datos publicados por Lifeway Research, cuando se habla de “cristianos activos” que sí afirman creer que Jesús existiera antes, la cifra solo alcanza el 63%.
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