El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Vivimos en la tiranía del éxito, deslumbrados por lo inmediato. Pero conforme va pasando el tiempo en nuestra vida, aprendemos que la paciencia suele ser una de nuestras mejores amigas.
En todas las situaciones de la vida, la verdadera paz solo se consigue pagando un precio muy alto, y alguien tiene que hacerlo.
El gozo es el estado natural de una persona que ama a Dios.
Algunos lo comprenden cuando ya han pasado demasiados años; otros terminan su vida, incluso, sin querer reconocer que sin amor no somos nada.
Dios sigue trabajando dentro de cada uno de nosotros para que nos parezcamos cada vez más al diseño que Él había trazado en nuestro interior.
Hoy es el día perfecto para comprender que necesitamos descansar físicamente y espiritualmente ¡Y solo Dios puede ayudarnos a hacer ambas cosas!
Estamos acompañados por las redes sociales. El mundo entero a nuestro alcance en unos quince metros cuadrados. Mientras tanto, vivimos sumidos en la incomprensión.
Dios conoce todo lo que hay en nuestra vida, tanto en el interior de cada uno de nosotros como en el exterior.
Pregúntale al Señor lo que quieras, dile todo lo que hay en tu corazón, háblale de lo que necesitas, porque tal como está escrito en el primer libro de la Biblia: “¿Hay acaso algo tan difícil que el Señor no pueda hacer?“ (Génesis 18:14).
El Señor sigue tocando la melodía más sublime que jamás hayamos podido escuchar: es una sinfonía de gracia y luz.
Deberíamos aprender a admirar lo que otros hacen, por muy sencillo que nos parezca.
La gracia es la esencia del carácter de Dios. Jamás estamos más cerca de Él que cuando nos sumergimos en esa gracia para disfrutarla y derrocharla a todos los que nos rodean.
Es el momento de enseñar a nuestros hijos que la vida es mucho más que lo estrictamente material.
Él nos regaló el buen humor; nosotros vivimos en la desesperación y la tristeza.
Nuestra conciencia es buena cuando nos comportamos bien: somos responsables delante de Dios de lo que hacemos, de lo que decimos y de lo que pensamos, independientemente de las circunstancias y de las consecuencias.
Tenemos mucho más tiempo libre, pero no sabemos disfrutar.
Cuando más le dolía el corazón, George se retiró un momento a un lugar aparte: oró y decidió entregar por completo su “inútil” vida a Dios. En muy pocos minutos compuso el poema que ha sido la inspiración de miles de personas en todo el mundo.
El Creador del universo, Dios Omnipotente y Señor de todo, quiso ser definido por su compromiso con cada uno de nosotros.
Eso es literalmente alabar a Dios, derrochar entusiasmo por él, vivir impresionado por lo que Él es y hace, estar “orgulloso” de conocerle y amarle.
La culpa siempre es de los demás, de las circunstancias o de la “mala suerte”, la mejor amiga de muchos para no querer reconocer sus errores.
Todos ponemos nuestro grano de arena en el desierto de la incomprensión y el odio, para que la maldad no tenga fin.
Nuestra vida sería diferente si aprendiéramos a amar sin esperar nada a cambio, si supiéramos trabajar y ayudar a los demás.
No podemos impedir que otras personas nos hieran, de una manera intencionada o no, pero sí podemos decidir cómo reaccionar a esas heridas.
Dios siempre nos acompaña. Desde que le recibimos en nuestra vida, nada ni nadie puede separarnos de Él, y esa es una promesa que no se plasma solo en la eternidad.
Dios nos cuida de muchas maneras, no solo por medio de aquellas que nosotros consideramos “espirituales” sino también cuando Él aparece en nuestra vida de una manera inesperada.
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