El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Nadie va a escuchar nuestras denuncias de esos abusos si no escuchan también nuestra confesión y arrepentimiento de nuestras propias injusticias y abusos.
“No podemos guardar silencio ante un problema que puede afectar mucho a las ovejas que Dios nos da a pastorear”, dice el psiquiatra.
Cuando pones los dones que Dios te ha regalado a su servicio no lo ves como una obligación, sino como un verdadero placer; sobre todo cuando trabajas en equipo con gente que comparte la misma visión.
Me alegra ver cómo los evangélicos españoles están expresando su opinión en la vida pública y se están involucrando para ayudar a aquellos atrapados en la explotación sexual, o su lucha para establecer y mantener sus lugares de culto.
La misión se ejerce en lo cotidiano, necesitamos recuperar la centralidad del Evangelio y el corazón misional de la iglesia.
La visión protestante de lo social ha sido siempre más abierta a lo democrático y menos elitista y más cercana a la visión bíblica.
Pienso que nosotros, que somos la iglesia, deberíamos tener esa capacidad para estar con las personas donde éstas estén, como hizo Jesús.
En todas las carreras que presenciamos, los corredores aumentan la marcha ante los aplausos y ovaciones del público que encuentran en cada tramo.
Los temas que preocupan a la sociedad, también deberían inquietarnos porque somos parte de ella; somos llamados a ser levadura, sal, luz, las manos y el corazón de Dios, para hacer visible Su invisible reino en la tierra.
Contra todo pronóstico asumieron que debían ser ejemplo, a pesar de su inexperiencia, debilidades y escasa formación.
La insistencia de la obra de los Trenchard en la Palabra y el testimonio, ayudó a las iglesias emergentes y supervivientes a cobrar una nueva confianza en el Evangelio.
Percibamos el valor de llevar a la praxis las instrucciones que Dios nos da sobre la hospitalidad, el amarse, la misericordia, la compasión.
Ningún tema planteado en Alétheia debe resultar oscuro para el lector “de a pie”, y al mismo tiempo, deberá ser interesante y útil para el lector más especializado.
Hagamos el papel de mediadores para que los países implicados trabajen en el cumplimiento de los compromisos que adquirieron en el año 2000.
“Millones de niños son explotados laboralmente o convertidos en soldados o esclavos sexuales. Como cristianos no podemos mirar hacia otro lado”, dice la directora de la publicación, Jacqueline Alencar.
Si la Navidad se ve desprovista del milagro de la encarnación del Hijo de Dios, entonces es una fiesta vacía.
La iglesia no puede declararse fuera de la historia de sufrimiento del mundo porque fue allí donde su Señor se encarnó, vivió y fue crucificado entregando su vida.
El papel de la Iglesia es sacrificial, pero en el primer mundo es algo que cuesta de entender por cuanto vive en un relativo bienestar.
“Para que nuestra salvación sea un hecho consumado, hay que ir al pie de aquella preciosa Cruz y apropiarse por fe y con arrepentimiento de ese sacrificio; eso es lo que hace que Él sea nuestro Salvador Único y personal”.
La misión es integral: hablar de salvación es hablar de liberar el alma, pero también de liberar el cuerpo, la mente, el corazón.
No existe verdadera autoridad espiritual - decía Bonhoeffer - sino en el servicio de escuchar, ayudar, soportar a los otros y anunciarles la palabra de Dios.
Jesús vino para darnos esperanza, y nosotros le aparcamos en el belén, sin pensar que este nacimiento permitió su pasión, su resurrección, y que ya no viviéramos en condenación.
Jesús no sólo reconcilió al hombre con Dios, sino al ser humano consigo mismo, trayendo nueva visión de la mujer, de los niños, de la forma de ejercer autoridad.
Jesús no vino a aparentar nada ni hizo jamás distinción entre personas, y seguía un principio que sigue hoy también: visita y atiende a quien le abre su casa, su corazón.
¿Por qué vino Jesús como un ciudadano de a pie, “sin casa ni cuna”? Para conquistar el corazón de hombres y mujeres como nosotros, sin alarde ni pretensión-
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