El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Vida y muerte. La jovialidad frente a los desechos de un cuerpo raído por el tiempo.
En aquello que muchos ven adversidad, yo quiero ver oportunidad.
Quiero reconocerte en mis labores cotidianas, verte reflejado en ellas. Quiero que te manifiestes a través de mis palabras, de mis acciones más comunes, de mi trato con los demás.
¿Por qué empeñarme en ver desde mi propio catalejo? Él siempre utiliza escenas comunes para recordarme que soy diferente.
Prendidos a la existencia, cuesta doblegarse a la triste idea de desprendernos de las herramientas de trabajo rutinario y poner punto final a la trayectoria que llamamos vida.
La llegada del Mesías ha sido ensombrecida por una gruesa capa de exceso, una desmedida manera de celebración que con torpeza ha interpuesto la fiesta anulando al festejado.
Mi hija me enseña a no ser tan políticamente correcta y a ser más auténtica. A ser hija de Dios en todos los ámbitos.
Juntos, hemos pintado un arco iris en la nueva maleta y en ella hemos introducido sueños.
Estaba allí, frente a aquel problema, un gigante que lo amenazaba y ridiculizaba cada día.
No es la primera vez que dejándose arrastrar por el pasado pierde la conciencia del ahora y se funde en la tristeza...
Cuando somos capaces de empatizar con el que sufre y ofrecer nuestra ayuda, conjugamos el amor de Dios.
El varadero ha de ser un lugar de paso, no un sitio para permanecer perpetuando el dolor.
He de aguardar, esperar a que pase esta llovizna y pueda así recoger el fruto de mi dolor.
Hay ausencias que se van asumiendo con el tiempo, otras en cambio sólo las puede restaurar la ilusoria proximidad, el acercamiento, la humildad, el perdón.
No quiero dejar pasar más tiempo y envejecer con una identidad que no me es afín.
Yo deseo frutos, pero hoy sólo tengo semillas. Semillas que plantar, regar, cuidar.
En más de una ocasión me he preguntado por qué Dios nos traza un recorrido tan angosto en vez de facilitarnos la travesía.
Septiembre puede ser ese mes en el que sin darte cuenta te plantees hacer aquello que nunca imaginaste.
Pienso en aquellas risas que se ha tragado el mar. Las risas de niños y adultos que en un arranque de angustia huyen de sus lugares de origen en busca de un terreno menos hostil.
En un entorno tan superficial como este mundo, se agradece que alguien no atienda tanto a tu aspecto físico y repare en lo que hay en tu interior.
El hecho de abrazar la posibilidad de que alguien pueda beneficiarse de lo que hago es más que suficiente, es un componente maravilloso para hacer que mi trabajo tenga un fin.
Con los ojos cerrados imaginé que tus complejos caían, que los miedos pasados se mitigaban, y que por fin eras libre.
Quiero forjarme con las herramientas de tu gracia, acariciando con los ingenuos dedos de la niña que llevo dentro los milagros que obras cada día en mí.
No quiero vivir sumida en un eternizado descanso que ni tan siquiera resulta plácido.
Cuando entre la multitud me siento extraña, alejada y sola, compruebo que he de volver a sentarme a sus pies.
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