El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Resulta sorprendente, casi dos siglos después de que se encendiese la luz, que se nos fundan los plomos a las primeras de cambio y seamos abducidos por las modas más estúpidas que uno pueda imaginarse.
Los últimos siete días los he pasado viendo cine de terror sin parar (en mi tiempo libre, se entiende), y tomando una ingente cantidad de notas entre viajes a la cocina para preparar unas palomitas que estaban de muerte, nunca mejor dicho.
Este Río, por los datos y el sonido de los apellidos, la ubicamos quizá en Hungría, un país, curiosamente, con uno de los índices más elevados de suicidios del mundo, tal como ocurre en otras regiones del centro y el este de Europa.
Los guionistas pueden incluir en la trama cualquier cosa que se les ocurra, por disparatada que sea: como se trata de ciencia-ficción sólo tienen que vestirlo con lenguaje seudocientífico.
La Biblia no fue escrita para ser demostrada científica o empíricamente, sino para establecer una comunicación, restablecer un diálogo.
La Biblia no fue escrita para ser demostrada científica o empíricamente, sino para establecer una comunicación, restablecer un diálogo.
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