El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Recibí un bonito mensaje que hablaba de no tirar las semillas de aquellas frutas deliciosas que comemos, es mejor esparcirlas por el campo.
Tenemos el deber y la obligación de luchar por los que sufren abusos.
Mi querida amiga Jacqueline, era la persona más dulce y buena que he conocido.
En Apocalipsis 3:20, Jesús no le está rogando a una persona para que sea salva; está buscando la entrada a una iglesia.
El contenido de aquel largo viaje estaba centrado en la Biblia como fenómeno literario y cultural, además de la importancia del libro de los libros para la vida y obra de cada autor.
Mi gran disfrute es servir a mi Señor con todas mis fuerzas, no dejarme llevar por el temor.
Cada vez me llenan más el corazón las palabras de la Escritura.
Hasta que el amor de Jesús no esté en nosotros, podemos matarnos a trabajar y será solo trabajo, no amor. El trabajo sin amor es esclavitud.
Pienso en lo que pide Dios de mí; en ocasiones una terrible soledad, viento y frío en el alma, todo por poder rescatar de una muerte segura a alguien, para poder iluminar el sendero en el mar.
A pesar de nuestros fallos para con nuestro Señor, nos sigue amando, y nos acompaña en cada tramo de nuestro difícil caminar.
Pido al Dios de mi vida no cambiar, no dejarme arrastrar por el miedo o la comodidad, y esforzarme del modo que sea por ayudar y servir.
Me fascina la historia de la vida de C. S. Lewis; ya no solo por la calidad de su obra literaria; sino por ese cristianismo latente desde siempre
Fue allí, en el monte Calvario, donde la misma muerte del crucificado venció a la muerte, algo que se haría realidad profunda en la Resurrección.
Señor, ¿qué están leyendo en mí todos aquellos que me ven?
Quiero ir al recuerdo de un padre del que me acuerdo cada día de mi vida.
Aquel viaje marcó mi vida.
Se necesita una fe muy real en el Dios vivo, el Dios de las segundas oportunidades.
Creo sinceramente que la crianza que experimentó, la iglesia en la que se congregó, todas sus luchas por las que vivió y el canto que sale de su alma a través de su voz, me hablan de alguien que de algún modo, sentía lo que vivía y cantaba.
En aquella cruz, y con la bendita resurrección de Jesús al tercer día, es que podemos tener cosas maravillosas que el dinero jamás podría comprar.
Lidia me recuerda que la salvación es solamente del Señor, y usa mil motivos diferentes para llegar a quien le necesita y le busca.
El fruto del amor y la misión, pueden pasar por momentos complicados y difíciles; pero al final, siempre son la bendición más absoluta que pueda existir.
Recordé un historia verídica sobre la oración de una madre.
Siempre me sorprendo de que cuando busco e indago en la vida de alguien especial para mí, inexorablemente me encuentro a Dios en la historia de esa persona.
Una vez que conoció al Señor y su vida fue transformada, vivió para servirle hasta el final.
Nuestro Dios sigue hablándonos en medio de la tremenda dulzura de un silbo extremadamente suave, dulce y apacible.
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