El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si no conocemos la verdad no podemos ser libres, porque viviremos siempre engañados.
Todo lo llevó consigo para que nosotros pudiéramos ser perdonados.
Con la poca información a la que tuvo acceso, J. J. Fernández de Lizardi pudo enterarse de lo central sobre los inclementes juicios inquisitoriales de 1559 en Valladolid.
A veces, cuando pensamos en nuestra relación con Dios, llegamos a creer que Él se mueve bajo los mismos principios que rigen en nuestra sociedad, y no es así.
Las decisiones que tomemos son las que configurarán nuestro camino.
No estamos permanentemente soñando con una vida futura, sino que vivimos luchando y trabajando en el nombre de Dios para que este mundo sea mucho mejor.
Nosotros decidimos si vamos a estar toda la vida atrapados en el fango o si aprendemos a volar por encima de las circunstancias.
No pueden quitarnos nuestra relación con el Señor, ni nuestra salvación, pero sí amargarnos el ánimo e impedirnos disfrutar con él.
Todos tenemos la posibilidad de escoger como reaccionamos en cualquier situación: podemos permitir que el mal nos desborde y seguir viviendo en la amargura de no perdonar, o podemos liberar nuestra alma dominando el deseo de venganza.
Dios promete ser nuestro escudo cuando obramos con honestidad.
Nuestro Padre celestial nos ayuda a vivir de una manera completamente diferente, porque nos asegura su presencia y su cariño en todo momento.
Hablar con Dios lo es todo, porque Él nos regala todas sus riquezas y bendiciones espirituales.
La Palabra de Dios solo puede ser usada por medio de su Espíritu para glorificarle a Él y no para nuestro provecho.
La fidelidad, la lealtad, la comprensión, la ayuda, la compañía, el cariño, la sinceridad, la ilusión, el buen humor, y muchas otras actitudes parecidas, son las que hacen la diferencia en nuestra vida.
Una reflexión sobre nuestra contribución al bienestar o malestar de aquellos que nos rodean.
Jesús entregó su vida en una cruz y resucitó para expresar la justicia y el amor de Dios por cada uno de nosotros.
El estado natural de un hijo de Dios es la despreocupación y la confianza en su Padre Celestial.
Sea cual sea la situación, Dios sabe qué hacer con ella y cómo cuidarnos.
Concluyo la presentación de 41 líderes evangélicos que nos precedieron hablando sobre Gabino Fernández, Federico Fliedner, Félix Moreno, Ramón Taibo, Juan Gili.
Eso es lo que hace la religiosidad en nuestra vida: matar la relación con el Señor.
Demasiadas veces, incluso en nuestra vida cristiana, queremos hacer muchas cosas sin darnos cuenta de que la clave de todo es Jesús.
A veces caemos en la trampa de pensar que nosotros somos los que decidimos todo.
Todo lo que Dios creó nos da placer y nos enseña a disfrutar. Cualquier situación, circunstancia, relación, etc., fue diseñada para nuestro bien.
A veces nos sentimos desesperados y solemos orar aguardando lo imposible, pero siempre deberíamos preguntarle: "¿Es tu voluntad hacerlo?"
A veces nos sentimos desesperados y solemos orar aguardando lo imposible, pero siempre deberíamos preguntarle a Dios "¿Es tu voluntad hacerlo?".
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.