El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Dice Villacañas: “Todos hemos quemado las naves, que es como los españoles han venido actuando a lo largo de su historia. Esto es malo para España y es malo para Cataluña”.
Nuestros reformadores fueron refugiados. No siempre los trataron bien por donde fueron; algunos sí lo hicieron, un abrazo para ellos.
Debemos ser testigos contra ellos, llamarlos por nombre, y procurar que no gobiernen. Hoy los salteadores son los estados, con sus intereses.
Si hemos sido injertados en la muerte de Cristo, también lo seremos en la de su resurrección, para vivir una vida nueva que nunca muere, y da los frutos de la vida.
De nuevo se bendicen los cañones. De nuevo los clérigos “santifican” las bayonetas del poder humano.
En la Escritura está claro que en la salvación verdadera nadie puede gloriarse de haber puesto algo, de haber añadido.
Cristo no viene a un sitio arreglado por el camino ignaciano, ni por otro cualquiera, sino que viene al pecador como tal, en su más abyecta rebelión.
Con todos se encuentra, porque por todos los suyos se entregó. Ya los conoce porque llevó su nombre, porque por su nombre de muerte murió para que ahora tengan el nombre nuevo.
Con estas notas sobre acontecimientos del pasado reciente no se pretende más que ordenar la perspectiva para actuar en el presente y seguir con buen paso al futuro.
Los políticos de la Transición aprendieron: al papado no se toca. Y no se tocó.
Hoy sigue esa dominación, aunque como parte de su conservación se levante con voces diciendo que aquí están poco menos que perseguidos los siervos del papa.
Las guerras carlistas incluían aspectos locales, como la pervivencia de fueros y costumbres, pero nunca se hubieran producido sin la acción prevista y provista del papado.
Balmes nos puede servir de modelo (junto con otros) de un discurso que arropa el propósito esencial de defensa del papado con un lenguaje “cristiano”.
El abrazo del olvido quiere tapar; el abrazo del rescate quiere sacar a la luz. Gratitud para todos los que abrazan la verdad.
Toda la “defensa” de Cristo de estos autores papistas es, al final, una defensa del Vicario, para lo cual se usa al Señor, que queda reducido a uso y disfrute de su representante.
Navegar en nuestro convulso siglo XIX es modelo y aviso para navegantes, una tormenta permanente.
Para analizar y reflexionar sobre nuestro deber en el tiempo y espacio donde vivimos, recuerdo el buen terreno que nos proporciona la persona y trabajos de Luis de Usoz.
Dedicamos este año nuestro congreso sobre Reforma Protestante Española, en la Complutense: 29 y 30 de octubre, a la figura y circunstancias del personaje.
La acción política en nuestra España, desde Trento ha sido un Auto de Fe, una acción de Contrarreforma, incluso en la estética. Esto es el Corpus.
Se cree en Dios creador, que ha dado valor y dignidad a toda su creación, y toda ha sido afectada por la obra, primero de uno, para muerte, pero también por la de Otro, por su sacrificio, para vida.
No pretendo discutir, solo conversar con los oyentes sobre esa cuestión, en recuerdo, además, de la Reforma.
A la inquisición la calificamos como diabólica, como anticristiana, como anticatólica; aquí, durante décadas, hasta que su maquinaria de tiranía produjo sus frutos, en alianza con las tiranías políticas.
Se presentó la obra “Protestantismo Español e Inquisición en el siglo XVI”, obra de Schäfer, en el Convento de San Francisco, donde se realizaban los autos de fe hace 500 años.
La unidad de la salvación, de la redención, la unidad de la Escritura, de la Palabra, es fundamental. Nunca dos pueblos con promesas distintas y distintas redenciones.
Nuestra Reforma española es un espacio donde la cuestión judía se vive en la propia riqueza de la Palabra.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.