El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
¿Es posible que las emociones y los pensamientos que albergamos ante las situaciones límite distorsionen nuestra comprensión de Dios y su manera de proceder?
El Dios sufriente, Jesús de Nazaret, nos acompaña profunda y compasivamente conociendo y comprendiendo la profundidad del sufrimiento por experiencia.
Hay fe allí donde se renuncia a afianzarla por medio de algo visible. Esta es la fe en el verdadero Dios que no es un fetiche, ni un ídolo sordo, ciego y mudo, ni un dios tapagujeros, sino el Dios de las personas y de la historia.
¿De qué están cargados nuestros pensamientos? Las redes alimentan lo peor de nosotros, colocándonos en una espiral de negatividad.
Cuanto más “dios” quiere ser el ser humano, menos humano acaba siendo.
Existe un tiempo para actuar, un tiempo para esperar y un tiempo para dejarse guiar.
En esto consisten los milagros del Señor, en restituir a los excluidos, a los pecadores, a los publicanos, a la samaritana, a la mujer adúltera, a Zaqueo.
No es posible seguir a Jesús mirando atrás. No es posible abrir caminos al reino de Dios quedándonos en el pasado.
Como impostor quiero ser visto, admirado, querido y valorado, porque las apariencias lo son todo.
Allí donde el Señor reina ya no necesitamos luchar por aspirar a un lugar.
Jesús salva a la mujer integralmente y anhela que, además de ser curada de la enfermedad, lo sea también de todos sus miedos.
En el drama de la muerte de Jesús se entrelazan misteriosamente el proyecto eterno de Dios y las decisiones de los hombres.
¿Qué sucede cuando aprendemos a compartir, a preocuparnos y a orar por las tareas que todos realizamos en nuestros contextos sociales concretos: personal, familiar, vecinal, estudiantil y laboral?
Cuando la ley se deifica, Dios se cosifica.
Los pensamientos, las palabras y las acciones que provocan división, violencia y destrucción tienen raíces muy profundas.
Jesús abolió con su muerte todas las infraestructuras y sistemas religiosos que intentaban mediar entre Dios y la humanidad y los clavó en la cruz.
Hemos reemplazado lo vivo por la imagen, y el amor hacia uno mismo se ha convertido en el amor hacia la propia imagen.
El verdadero amor no es sólo un amor sentido, sino que es, además, un amor pensado, hablado y vivido.
La ética y la enseñanza fariseas se impone por lo civil o por lo criminal. La ética y la enseñanza de Jesús son una invitación que seduce y fascina.
En el pardigma docente del Maestro, tanto las personas como él mismo, aprendían juntos desde la autoridad incontestable de un modelo que brotaba de la coherencia.
Con demasiada carga el trayecto se convierte en una carga insoportable.
La verdadera comunión del evangelio se da allí donde todos podemos compartir las partes más rotas de nosotros mismos.
Es la iglesia y sólo ella quien reconoce, desde el discernimiento del Espíritu que actúa y habla en su seno, a quienes la presiden y guían.
Cuando se practica una sincera espiritualidad de ojos abiertos, se ven cosas para las que antes estábamos ciegos.
El mundo pasado no volverá, pero es posible rescatar valores y principios espirituales de ayer que forjaron la identidad del pueblo de Dios.
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