El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Muchos de nosotros silenciamos el megáfono de Dios para no comprometernos con un cristianismo de servicio al otro.
La crisis que está a la base y de la que se habla poco es aquella que podríamos llamar crisis de valores, crisis de la ética y la moral.
¡Cuántas personas en el mundo del trabajo tienen estrés y exceso de tiempo ocupado!
Si caminamos por el mundo sin saber dar, ni darnos, vivimos en una contracultura bíblica, una cultura negra e injusta, propia del reino de la muerte.
Tenemos que descender hacia lo humano siguiendo el ejemplo de Jesús que dejó su trono y su esplendor para vivir y morar entre nosotros.
¿Es difícil expulsar a nuestro propio yo del centro de nuestras vidas? No es fácil, pero es algo trascendental que nos lanza a lo eterno.
Los valores del Evangelio, los valores bíblicos sobre los que se apoya la fe y que le dan vida, no son ajenos a los avatares sociopolíticos de la historia concreta del hombre.
¿Qué pasa con los Servicios Sociales Públicos en nuestra ciudad de Madrid? ¿Por qué reclaman una unión de todos en defensa de un Sistema de Protección que garantice los Derechos Sociales?
Ambas facetas, lo cúltico y la práctica del amor al prójimo, forman parte esencial de la vivencia de la espiritualidad cristiana.
De la Biblia dimana toda una ética social a la que, a veces, no prestamos demasiada atención.
En la Biblia se nos afirma de una y otra manera que la fe sin acción ni compromiso es una virtud que acaba por morirse y dejar de ser.
La felicidad no está en el poseer cosas que, una vez poseídas, se desvanecen en nuestras manos.
Los cristianos somos ciudadanos de dos mundos y en este mundo material en el que nos movemos, también tenemos múltiples compromisos.
Si la iglesia quiere ser seguidora de su Maestro debe mostrar las mismas prioridades que tuvo Jesús.
Esta nueva Misión Evangélica Urbana genera una expectativa de bendición para la obra social en nuestros ámbitos evangélicos.
En el fondo de los sepulcros están las figuras fantasmales del mal aunque nos esforcemos para cubrirlas con mantos farisaicos.
¿Será que presentamos el Evangelio de la gracia y nos olvidamos del Evangelio de la misericordia?
Es imposible buscar el rostro de Dios dando la espalda al rostro de los sufrientes de la historia, dando la espalda al hombre.
Es necesario salir a los cruces de los caminos, allí donde se mueven los proscritos de nuestra historia. Dios invita.
El hombre no puede estar vacío interiormente y su tendencia a lo espiritual le lleva a enredarse a veces en resurgimientos de espiritualidades falsas y vanas que nada tienen que ver con el cristianismo.
Aprendamos del Maestro. Sus estilos de vida, sus prioridades, sus formas de relacionarse, sus formas de acercamiento al prójimo despreciado por muchos de los religiosos.
Un grito que debió impactar y con el que se deben identificar todos los abandonados del mundo hoy.
El silencio de los cristianos, el mirar como simples espectadores, no creo que sea la mejor solución.
No nos dejemos llevar por los valores de las sociedades de opulencia en las que vivimos.
Ladrones que están negando la vida y la solidaridad entre los hombres, niegan el amor y la preocupación por el prójimo.
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