El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Puede que no cambie nada, pero el poder de Dios enseña a sonreír aún en medio de la muerte y la preocupación más absoluta.
Sabemos que somos amados. No por lo que somos o hacemos, sino porque quien nos ama quiere hacerlo.
Piensa en tus objetivos y trázalos de acuerdo a tu corazón, pero no te esclavices con ellos.
Para y piensa. Reflexiona sobre lo que es importante en tu vida.
Deberíamos vivir con un corazón enamorado de la Vida, con mayúsculas, que es el Señor Jesús.
Da gracias a Dios porque tienes la oportunidad de vivir un día más.
Cuando somos niños, todos soñamos con ser héroes o heroínas. Dios siempre cumple ese sueño: seas quien seas, estés donde estés y sean cuales sean tus circunstancias.
Sus ejercicios eran admirados por todos, no solo por su habilidad, sino sobre todo porque su pierna izquierda era de madera: le había sido amputada por un tren.
A ninguno de nosotros nos gustaría estar en esas tres categorías, pero déjame decirte que caemos en ellas a menudo.
Muchas veces no necesitan ser gritadas o publicadas en los medios de comunicación para transformar o revolucionar la vida de muchas personas.
Muchas veces nuestra bondad o nuestra maldad se refleja en la manera de mirar.
El honor no se puede fingir, y tampoco se puede esconder. O se tiene o no se tiene.
Los dedos de Dios y del hombre se tocan cuando cada persona reconoce que su capacidad para crear es un regalo de su propio Creador.
Dedicar tiempo a los que queremos es una de las mejores decisiones de nuestra vida.
La codicia destruye nuestro interior porque nos hace sentir infelices si no alcanzamos lo que no tenemos.
Ser espiritual es vivir empapados hasta la médula en el dolor ajeno, llevando en nosotros el sabor y el olor de los despreciados y de los que sufren.
Somos ignorantes cuando las palabras “me equivoqué” no aparecen en nuestro vocabulario.
No lo creas todo, piensa y razona: Dios te ha regalado esa libertad.
Dios no quiere en primer lugar que las personas conozcan muchas cosas sobre él, sino que le amen.
Aún la vida más desgraciada tiene recuerdos felices. Y es a ellos a los que hay que volver.
A los ojos de Dios no existen las causas sin esperanza o las personas que parecen no tener valor, porque los ojos de Dios brillan al vernos a cada uno de nosotros.
El hombre que cree que sin Dios puede ser libre, está razonando de la misma manera que el que se lanza desde un rascacielos al vacío después de convencerse a sí mismo que la ley de la gravedad no existe.
De cada uno depende en qué pone la base de su existencia, cuáles son los principios que le motivan para vivir.
La victoria y la derrota son circunstancias accidentales en nuestra vida, no definen quiénes somos realmente.
Es hora de enseñar a nuestros niños que hay otra manera de vivir; que es posible amar y apreciar a todos.
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