El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Cada pueblo inventó sus propias constelaciones, aunque solo se impusieran por motivos históricos las que han llegado hasta el presente.
El nuevo director general del Essendon Football Club, Andrew Thorburn, se ha visto obligado a abandonar el cargo no por nada que haya dicho o hecho, sino simplemente porque está vinculado a una iglesia cristiana que enseña la Biblia.
El origen del universo no tuvo ningún centro o lugar de inicio ya que el espacio todavía no existía. Por no existir, no existía absolutamente nada, ni espacio, ni energía, ni materia, ni tiempo.
Algunas de las estrellas más brillantes que pueden verse a simple vista en el firmamento nocturno, nos muestran la luz que emitieron hace unos veinte, doscientos o dos mil años.
La luz simboliza a Dios o a su Palabra, mientras que la oscuridad se refiere a toda oposición a Dios.
El polvo de las estrellas nos dio los elementos necesarios que requieren nuestros cuerpos materiales pero solo el soplo divino nos convirtió en seres vivientes.
Lo que predomina en el cosmos no son los cuerpos celestes, como planetas, satélites, estrellas o galaxias, sino el inmenso vacío que los envuelve. Un vacío oscuro, frío, silencioso y aterrador.
El ministerio de Presidencia responde en una carta al informe crítico enviado por FEREDE con algunos aspectos que, según la federación evangélica, vulneran la libertad religiosa y de conciencia.
Según el documento, elaborado por la Cátedra de Libertad Religiosa, las comunidades más afectadas son la musulmana, la católica y la judía.
Este planteamiento tan especulativo del multiverso o de los universos burbuja tiene más de filosófico que de científico y responde al deseo de no querer aceptar lo que resulta evidente.
Ninguna forma de vida, mucho menos la nuestra, podría haber prosperado en un cosmos estático y eterno, bombardeado continuamente desde la eternidad por una radiación tan intensa y letal como la que nos llegaría de las interminables estrellas.
La manera común que tenemos de entender el tiempo en la vida cotidiana es solamente una ilusión de nuestros sentidos.
Es parte de nuestra responsabilidad cristiana comprender los mecanismos de la democracia, sus códigos comunicacionales en cada contexto y desarrollar modos de cultivarla y hacerla cada día más viable y efectiva.
Que la radiación solar sea idónea para la vida en la Tierra depende de varias “coincidencias” extraordinarias y altamente improbables que se dan en la naturaleza.
No solamente deja pasar la luz adecuada a la vida sino que, a la vez, evita las radiaciones peligrosas que podrían acabar con ella.
Si no hubiera oxígeno, la vida en la Tierra estaría limitada a organismos minúsculos como los microbios.
Es sorprendente que todas estas propiedades físicas y químicas del agua, que se han ido mencionando, colaboren entre sí a distintos niveles con la única finalidad de hacer posible la vida en la Tierra.
No se conocen otros compuestos de la corteza terrestre, ni de la atmósfera, capaces de adoptar los tres estados estados físicos (líquido, sólido y gaseoso) en las condiciones ambientales de la Tierra.
En la Biblia ya se sugería que Dios es grande porque “atrae las gotas de las aguas, al transformarse el vapor en lluvia, la cual destilan las nubes, goteando en abundancia sobre los hombres” (Job 36:26-28).
Según el darwinismo social, el éxito de las sociedades se debería a la supervivencia de los más fuertes. Y tal supervivencia estaría siempre moralmente justificada, independientemente de los medios que se usaran para lograrla.
La deprimente visión de la raza humana como una especie a la deriva en un universo indiferente es la que viene caracterizando a muchos pensadores y científicos hasta el día de hoy.
¿Es capaz la biología evolutiva del desarrollo de explicar satisfactoriamente la macroevolución? No, tampoco lo es y por una razón bastante simple: jamás se ha observado en la naturaleza.
En base a la distribución geográfica de las especies, la teoría de la evolución afirma que aquellos animales que viven juntos en un área determinada evolucionan de forma similar.
La teoría de la deriva continental no empezó a tomarse en serio hasta que, en el año 1912, el geofísico y meteorólogo alemán Alfred Wegener publicó su famoso artículo.
Primero se supone que la evolución de las especies se ha producido por mutaciones a un ritmo constante y después se afirma que el reloj molecular demuestra la evolución de las especies en el tiempo.
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