El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Mientras que estoy hablando, tengo la fuerte impresión de que la mujer que está frente a mí, una conocida médium, está siendo visitada por un Espíritu mucho más grande que los que ha acogido hasta ahora.
En Suiza, en cuanto desembarco del avión, me doy cuenta de algunos detalles que no me habían chocado antes.
“¡Este cántico ha sido escrito por uno de los nuestros, el Sadhou Sundar Singh! Es un modelo grabado en cada uno de nuestros corazones!” – me dicen
A lo largo de esta primera noche en la India, fragmentos de ruidos de la calle trepan a lo largo de las paredes para infiltrarse por las ventanas mal aisladas de la habitación de mi hotel y cosquillean mi sentimiento de seguridad occidental.
Descubrir un billete de avión para la India en mi buzón 10 años más tarde me dejó atónito.
El tiempo de calidad con Jesús no tiene precio y está al alcance de todos…
Cuanto más tiempo (de calidad) pases cada día con él (no solo :“Yo oro cuando conduce mi mujer” o “mientras que me lavo los dientes”)… más crecerás… y más plátanos tendrás en tu vida (¡¡y qué ricos son los plátanos!!)
A veces nos pedimos perdón mutuamente por cosas sin importancia (no son solo los niños los que se equivocan). A menudo nos reímos a carcajadas.
"Hubiera deseado, como hacen los otros papás, darte un montón de regalos en tus cumpleaños (un coche, un castillo, vacaciones en cohete…), pero ya ves, has tenido una vida bohemia con padres artistas…" Un relato e ilustración de Alain Auderset.
¿Acaso esas islas no están repletas de turistas alemanes? Sólo lamento una cosa (y mucho), no poder ir allí en familia… Un nuevo relato de Alain Auderset.
Ha regresado a su país; en este momento allí hay revueltas; los soldados disparan balas reales por las calles… Hace poco le ha escrito a mi hijo: "Dile a tu padre que ore por mí… y que, cuando vuelva a Suiza, me gustaría saber más acerca de su Dios…"
Al día siguiente por la mañana, como de costumbre, planeo ir al bosque, pero ese retorcido camino hace lo que le place y por su culpa me encuentro de frente con el edificio en cuestión.
En mi tren de vuelta mi sitio favorito era sin duda alguna entre dos vagones porque, como era inconfortable y ruidoso, estaba yo solo y podía orar a mis anchas en voz alta e incluso a grito pelado si me lo pedía el corazón…
No hay duda, Jesús es el campeón de los pilotos. Cuando me conduce así, yo prefiero cerrar los ojos para orar mejor... y me fío en Él.
Suelo cruzarme con muchos (ex) cristianos apagados. Su falta de sed les ha despojado de la riqueza que poseían en su interior… si yo perdiera el hilo con Jesús, me sucedería lo mismo…
Ya es la tercera vez que meto mi cara dentro de una telaraña… ¿Pero qué pasa en este bosque? Okey, es verdad, ayer no he venido a mi camino de oración. Pero ¿cómo han podido tejer esas chupasangre todo eso en tan poco tiempo?
Gran recepción, mesas reservadas, música brasileña, bailarines recién salidos de una revista de culturismo agitándose a nuestro alrededor y 400 invitados distinguidos ¡guau! Me quedo con la boca abierta.
Es por la mañana, durante mi paseo por el bosque aviso a dos paseantes que tienen la desgracia de venir en sentido opuesto: ¡Tengan cuidado! He descargado un montón de residuos por el camino! ¡Sobre todo no metan dentro sus pies!.
Mi corazón se ilumina cuando reconozco a mi hijo pequeño… Sin que necesite decirme nada, ya he leído en su rostro que algo va mal.
Esta noche (tipo medianoche), me paseo charlando al mismo tiempo con el Señor, cuando de repente, en una calle sombría, distingo una forma oscura justo en medio del camino. Me acerco y, para mi gran asombro, encuentro un hombre rondando los sesenta tendido en el suelo.
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