El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
En esta ocasión me ocupo de los orígenes del cristianismo evangélico en territorio oaxaqueño y la importancia de prestar atención a las evidencias que señalan esfuerzos endógenos.
Kathleen M. McIntyre estudia el desarrollo del cristianismo evangélico en las comunidades indígenas oaxaqueñas.
El futuro del protestantismo depende, en México y en otras partes, de que sea o no fiel a su misión distintiva y característica, que yo definiría con una palabra: evangelización.
Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Jaime Sabines, Octavio Paz y David Toscana, todos ellos esmerados lectores de la Biblia del Oso.
Carlos Monsiváis hizo referencia al papel de la Biblia en su formación personal e intelectual.
Cada uno de ellos tuvo especial relación con la Biblia, cuatro se convirtieron al protestantismo.
El carácter nutricio de la Biblia para los escritores, considera Sergio Pitol, se debe a que “literariamente, la Biblia es la madre de todos los libros”.
Respecto a traducciones de las Escrituras, “la disponibilidad de biblias impresas en el idioma del pueblo común contribuyó a producir la que ha sido llamada una revolución copernicana en la historia de la espiritualidad”.
Es claro que la noción sacralizadora y clericalista se ha filtrado, tal vez hasta el grado de ser el rostro predominante en el neoevangelicalismo latinoamericano.
Contextualizar no debe ser sinónimo de acomodar el Evangelio al gusto de las personas y culturas.
Debemos tomar con responsabilidad las críticas a la adulteración del cristianismo que desde distintos lugares se nos hacen.
Un intento por describir varios momentos de la vida del traductor, a la vez que acercamiento a su pensamiento teológico.
Lausana I visibilizó globalmente la reflexión que se estaba gestando en la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL).
Pedro Wagner buscaba ganar para la causa de Iglecrecimiento a la generación que deseaba pensar la fe contextualmente.
Monsiváis dejó plena constancia a lo largo de su amplísima obra de la influencia recibida por su constante lectura de las Escrituras.
En la mejor tradición protestante ejerció el sacerdocio de la lectura, puso sus hallazgos y análisis al servicio de la colectividad.
Desde su campaña por la presidencia buscó tocar fibras sensibles y uno de los elementos es el retorno a los principios rectores de una nación supuestamente cristiana.
Al gran crecimiento cuantitativo protestante no le ha seguido lo que desde adentro de las comunidades de fe se llama discipulado.
En 1970 el cristianismo evangélico latinoamericano estaba bien establecido, aunque con distintos ritmos y porcentajes en cada país.
Indagar sobre la identidad, ¿quiénes somos, y para qué somos?, ha sido un ejercicio constante en la Fraternidad Teológica Latinoamericana.
Fue el resultado de quienes no se sentían identificados con la teología elaborada en Norteamérica ni con la teología elitista de los protestantes ecuménicos.
Con su libro, el misionero Pedro Wagner quiso dar un panorama de la producción teológica protestante en Latinoamérica.
En Responsabilidad social de la Iglesia, Escobar puntualizó que era contrario al Evangelio identificar “la preocupación por lo social con un enfriamiento en cuanto a la lucha evangelizadora”.
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