El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
¿Será que en la “pecera digital” en la que se ha convertido este mundo, podemos encontrarnos mucho más desorientados y perdidos de lo que pensamos?
Aunque con argumentos cada vez más sofisticados y cargados de razones, nuestra estrategia sigue estando atravesada por la mentira y el engaño.
Somos la memoria histórica de millones de hermanos nuestros que vivieron y murieron cantando con fe, esperanza, honor y legitimidad.
Los valores bíblicos son cada vez más “desconocidos y controvertidos” en este país con larga historia protestante, explica un periodista cristiano.
¿Puede el grito desgarrado de los esclavos, pobres, oprimidos, provocar una revolución en la conciencia del mundo?
La problemática con lo abusivo no es algo generado únicamente por unas condiciones laborales, económicas, sociales y relacionales determinadas. Todo ello es un reflejo de lo que es nuestra realidad interior.
Los esclavos negros acogieron el evangelio liberador, creyendo que Jesús murió y resucitó para traer vida, libertad y justicia a todas las personas, esclavas o libres, blancas o negras, pobres o ricas.
No se trataba de una especie de “mantra” entontecedor de las conciencias, sino de un mensaje militante desde una fe que daba un impacto poderoso.
Miguel Wickham analiza las implicaciones del informe de expertos en clima (IPCC) que avisa de graves consecuencias para la habitabilidad si siguen aumentando las temperaturas a causa de la acción humana.
El énfasis no está en los carismas, sino en las personas.
La piedad, la obediencia, la santidad y el temor al Señor traen grandes bendiciones a nuestra vida particular y comunitaria y el pecado, por oposición, trae maldición.
Sobre el gesto de los hombres que matan a Jesús se eleva la acción final y decisiva de un Dios que resucita.
El Cristo solo, abandonado, despreciado y angustiado es, en un sentido muy real, la prueba de la solidaridad de Dios en el sufrimiento.
Tan contradictorios como es el hecho de vivir odiando y reconocer una parte fundamental de nuestro consuelo en la presencia de los otros.
Jesús entró en el templo, esa higuera frondosa pero carente de fruto, representada por una religiosidad vacía de la que Dios se encuentra ausente.
Abrumados por tratar de reconocernos en alguno de los mensajes del choque de discursos cruzados en el que vivimos, olvidamos el diagnóstico que ya se ha realizado de nosotros.
El contrapoder del evangelio del reino de Jesús de Nazaret aparece como fuerza-para-servir y dar la vida por los demás.
Hablar de niños es hablar de valores, como la inocencia, la sencillez y la bondad. Y, desde luego, estas cosas son importantes. Pero con eso no basta.
La intención de romper con todo aquello que se ha identificado como herencia de la tradición ha dado paso a una desilusión devastadora.
Podré caminar sobre él hasta alcanzar mi isla soñada.
Durante mucho tiempo ignorado por los sectores literarios más cultos, ha sido en los últimos años que escritores como Umberto Eco, Fernando Savater o Juan Marsé han reivindicado su figura.
¿Por qué tienen que aparecer el sufrimiento, la cruz y la muerte en el camino de Jesús? ¿No parece todo esto un contrasentido?
La profecía bíblica enseña que Dios no tolera la superficialidad cuando se trata de transmitir su verdad. También el periodismo, cuando pierde su sentido reflexivo, es insuficiente.
“Jesús nos llama a vivir y reflejar el Reino de Dios aquí en la tierra, trabajando por la protección de todas las criaturas sin fatalismo ni deserción”, aseguran.
Solamente cuando el oficio periodístico se ejerce al margen de la estampa de destrucción que predomina en el ámbito del poder, puede realmente esquivar las cenizas para aportar luz.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.