El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Es extraña la angustia de la muerte. Es agudo su dolor. Pero, sobre todo, la muerte es suspiro. Una dolorosa coma, pero una coma.
En Succession, el dinero es lo de menos. Al final, es el dinero la fachada habitual tras la que se esconden los grandes egos, y lo que ilumina con más claridad la incertidumbre humana.
Las exigencias del Concilio de Vaticano II (1962-1965) y la presión internacional obligaron al régimen franquista a modificar el Fuero de los Españoles de 1945. Franco tuvo que promulgar una nueva ley que posibilitará la libertad religiosa y de conciencia que estaban luchando y esperando el pueblo evangélico durante décadas.
Nuestra idea de poder es algo visceral. Está ligada a una cosmovisión en la que la huella del pecado es ineludible.
Hablar de lo eterno sin hablar de Cristo solo puede generar cargas insoportables, piedras que nadie estaría dispuesto a mover. Necesitamos de la esperanza cristiana para afrontar algo así.
Me resulta eficaz la amistad que me une a Dios, y no quiero que se entienda que le trato como si fuese un talismán. Hablo de confianza.
El acontecimiento de la resurrección de Jesús sitúa todo su itinerario bajo una nueva luz.
No deja de ser sorprendente la innumerable cantidad de ‘imitaciones’ con las que se vive esta vida, con las que se pretende olvidar ese concepto bíblico tan relevante como es el de “vivir”.
¿Es posible construir una eclesiología que aterrice en la historia y en el mundo de lo real fundada sobre esas propuestas cristológicas?
En la cruz no murió cualquier ser humano, sino el mismo Hijo de Dios.
La Comisión Europea ha reconocido a la atómica y al gas como fuentes de energía necesarias y verdes hasta 2045, como mínimo. Algunos países, como España, rechazan la decisión.
¿Por qué no se reveló la resurrección como una apoteosis apabullante de autoridad?
Somos seres de contrastes. Eso, a veces hace que perdamos de vista la condición que tiende a dominarnos.
No hay lujos, ni boato, ni grandezas, ni aparece rodeado de apoteosis pirotécnicas. Sencillamente, nace.
A veces se subestima el concepto de pecado y se trata como algo demasiado general y abstracto, perdiendo así un amplio espectro de matices.
Jesús quiere hacer presente a un Dios misericordioso que pone en crisis las distancias impuestas por una religión deshumanizadora y excluyente.
Si los legados personales se construyen “pieza a pieza”, como escribe David Lowery en su película más fantasmagórica, entonces somos los seres “más desdichados”, como decía Pablo.
En estos días de creciente preocupación ecológica en la sociedad es bueno consultar lo que pioneros evangélicos dijeron, en particular Schaeffer, pues su pensamiento está muy lejos de resultar irrelevante.
Los textos vinculan las relaciones económicas transformadas con la misión de la iglesia.
La representación del amor en su película es sensible y realista en una parte de su experiencia, pero tiene un énfasis fatalista y su conclusión es desgarradora: es el desamor del amor.
La idea de un Dios que somete la tierra y a los mortales subyace en el inconsciente colectivo de Occidente y provoca que el ser humano se sitúe frente al mundo como señor y dominador absoluto.
Dios, en la persona de Jesús, sitúa su gloria abajo, cerca y dentro, construyendo un hogar entre nosotros.
Actualmente, tanto los científicos como los cristianos creen en un punto de partida para la creación, pero luego divergen a partir de ahí. Un artículo de Terry Young.
Con motivo de la COP26 conversamos con un científico argentino que asistió a la cumbre. Tratamos este y otros temas con una perspectiva cristiana.
Jesús de Nazaret no vivió un simulacro de humanidad.
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