El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Raphael Moser es guía de montaña en los Alpes suizos. Está agradecido de ser parte de una “generación que puede ver y admirar estos impresionantes elementos y formaciones”.
A todos nos parece que nuestro dolor tiene algo de peculiar, y sobre todo por el hecho de ser propio. Es al observar esta vida que, necesariamente, debemos comprender que solo somos un grito del coro de voces.
Durante las olas de calor de este verano, el punto de fusión del hielo ha subido por encima del emblemático Mont Blanc (4.800 m). Los cristianos deberían liderar los esfuerzos para “reducir las emisiones de CO2 para detener este peligroso calentamiento”, dice el ambientalista Steve Tanner.
En esta última sección de la serie abordaremos la causa real que, desde su ocurrencia, condujo a varones y a mujeres por igual, a vivir y defender costumbres, tradiciones y hábitos destructivos de su dignidad tanto individual como social.
Las palabras del apóstol son toda una invitación a no dar un solo paso hacia el futuro sin considerar y aprender seriamente del pasado.
Le hemos quitado importancia a todo lo que Dios nos dice y lo hemos convertido en comida rápida, en un producto para saciar nuestras necesidades del momento.
Podemos decir que la Ciencia ha llegado al punto en que puede definir quién desciende de quiénes sin necesidad de recurrir a documentos del Registro Civil.
Frente a la “mística de ojos cerrados” propia de las religiones orientales, Jesús de Nazaret impulsa una “mística de ojos abiertos” que se abre responsablemente al sufrimiento de las personas.
Según las estadísticas tradicionales las tres religiones con más adeptos en el mundo son: cristianismo, islamismo e hinduismo. La primera es la más numerosa; pero decrece; mientras, los que creen en el evolucionismo se multiplican con rapidez.
Si, como decía Agustín, ante todo somos seres que aman, eso es algo que nos expone de formas inimaginables.
La pregunta: “¿dónde estabas tú?”, resuena en uno de los centros de poder del continente europeo.
Los siempre ocupados en comprar todo lo nuevo en oferta, dicen ‘no tengo tiempo’ cuando se les invita a reflexionar; y se asombran de los ‘desubicados’ que no hacen como ellos.
No hay nada tan insatisfactorio como una voluntad aparentemente satisfecha en aquello que no satisface.
Cien años antes de la invención de los escáneres de resonancia magnética el fisiólogo ruso Iván Petróvich Pávlov (1) usaba la secreción de saliva del perro para estudiar el cerebro. Casi dos mil años después de la presencia terrenal del unigénito Hijo de Dios revelado en el Evangelio, entre los que se congregan en Su Nombre sigue habiendo los que tropiezan con costumbres y tradiciones humanas.
Nuestra fuerza no está en los propios recursos, sino en la gracia de Dios.
Los anhelos más profundos de justicia reflejan, al mismo tiempo, las mayores de nuestras frustraciones. Y de todo ello, ¿qué queda para los que han de venir después?
En el pueblo de Dios, al calor de la memoria de Jesús, la ambición por acumular se transformó en el compromiso por compartir.
Mientras las autoridades políticas dicen haber llegado a su límite, organizaciones cristianas reconocen la grave situación de crisis en el país, pero abogan por continuar siendo “agentes de amor”.
La palabra de Dios coloca a Elías en un submundo ignorado, desconocido e impopular: la subcultura de los excluidos.
Es bueno recordar, especialmente en esos momentos en los que podemos observar la crudeza de nuestro propio ser, lo que dice la Biblia sobre el amor de Dios.
Existe una seria anomalía en la condición humana a la que la Biblia llama pecado y tiene que ver con errar al blanco, transgredir los límites, no acertar.
La cuestión de fondo es si confiamos en Dios de tal manera que hacemos de su palabra el principio organizador de toda nuestra vida.
¿Hay algo que equilibre el recuerdo en su justa medida? El autor de Eclesiastés nos recuerda que necesitamos una perspectiva de vida redimida en Cristo.
Desde una conciencia comunitaria, cada uno de nosotros somos dones para los demás.
La verdadera renovación en la santidad solo se hace posible colocando el corazón en el altar de Dios.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.