El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si Cristo es primicias, significa que hay una garantía de que lo que ha ocurrido con él ocurrirá con los suyos.
Estamos asistiendo en España a un intento, por parte de algunos, de derribar el prestigio que tiene lo que sucedió tras la muerte de Franco.
Dios intervendrá indefectiblemente ante la continuada violación de las normas morales más elementales. Y hasta puede usar los medios más abominables para hacerlo, aunque nosotros no podamos entenderlo.
Resulta admirable que la agitada ola de la incredulidad reciba una contestación adecuada simultánea en la inquebrantable solidez de la creencia cristiana.
El papa Francisco, con su golpe de timón, pone en entredicho la afirmación de que la Iglesia siempre ha enseñado lo mismo en temas morales.
Maquiavelo es el maestro de tantos y tantos políticos, de ayer y de hoy, que han hecho de la obtención de resultados su divisa, relativizando los medios para lograrlos.
Este mundo es un gran mercado en el que todo es factible de comprarse y venderse, incluso los seguidores en Twitter o los fans en Facebook.
El islam no es, por definición, una religión tolerante, a no ser cuando le conviene serlo, ya que su meta consiste en imponer la uniformidad religiosa allí donde llega siempre que puede.
Un anuncio en estas Navidades transmite la exaltación del yo, entronizado, convertido en eje alrededor del cual todo gira.
No hay duda que Hamás postula la destrucción del Estado de Israel, sea al precio que sea, incluido el del terrorismo, aunque obviamente ellos no lo denominen así.
Promiscuidad es el término que de un tiempo a esta parte se ha introducido en el lenguaje cotidiano para definir cierto comportamiento.
Lo políticamente correcto está por encima de las opiniones partidistas ideológicas y consiste en ciertas señas de identidad que una sociedad asumie como propias.
Nunca puede ser un auténtico "mártir" el que se destruye para destruir, ni siquiera en el hipotético caso de que lo haga por una causa justa.
Cuando la promiscuidad sexual es jaleada y difundida es señal de que la marea desbordante de lo vergonzoso ha alcanzado cotas alarmantes.
Las reglas son el precepto regulador superior que arbitra y establece, por encima del capricho de cada cual, el proceso a seguir. Pero algunos quieren imponer otras reglas distintas a las que hay.
La solución para los males de España que está en boca de muchos es regeneración: una gran palabra que tiene resonancias trascendentes.
Se anuncia un futuro, no demasiado lejano, en el que la sospecha y finalmente la acusación de ilegalidad recaerá sobre todo aquel que no concuerde con el pensamiento hegemónico.
El pecado no es un mal que está ahí fuera, sino que forma parte de nuestro ser y condiciona inevitablemente nuestro pensar y actuar.
Una criatura microscópica es capaz de poner en aprietos a un gobierno y lo pequeño e ínfimo se convierte en enemigo letal de lo grande y magnífico.
Una persona puede ser brillante en determinados campos de la actividad humana, pero estar gobernada por un corazón necio.
¿Por qué cuesta tanto trabajo reconocer que la criatura que está en proceso de nacer tiene derecho a vivir, si se trata del derecho más fundamental de todos.
La causa de los no nacidos tiene los componentes necesarios para ser defendida por todo aquél que hace de su bandera la protección de los desamparados, los débiles y los vulnerables.
En el mundo que vivimos sigue siendo necesario que haya héroes que luchen por causas perdidas, pero que son justas, pues de lo contrario la iniquidad acabará siendo hegemónica.
El Nuevo Testamento atribuye directamente esa función divina a Jesucristo, al decir que "todas las cosas en él subsisten".
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