El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La clave es coger las cosas buenas y no rechazarlas, con el valor, el coraje suficiente y la visión para usarlas para la gloria de Dios.
“La tarea de la teología, más que la de armar un ‘sistema’ teórico de ideas abstractas, es la de aclarar el significado del evangelio para los siempre nuevos contextos de la historia”.
No hay motivo para que andemos acomplejados, humildes sí, pero muy bienaventurados
¿No se requeriría para este momento una misión contextual, compasiva, profética y solidaria de parte de la iglesia?
El libro de Néstor Míguez sobre el Apocalipsis pone el acento en la fuerza de las imágenes para la transmisión de su mensaje de fe y resistencia.
Vale la pena enfocar las profecías de Jesús en Lucas y Mateo desde una perspectiva histórica bíblica y estudiar la historia de su exposición.
Las manifestaciones de jóvenes son el grito desesperado de una generación que ve su futuro amenazado por el deterioro del planeta.
El último libro nos habla de Jesucristo: al igual que tuvo la primera palabra, tendrá la última.
La autenticidad de nuestra fe se demuestra precisamente en nuestras obras, no en nuestras palabras.
Este acontecimiento tiene una base moral que habrá de revelar la justicia, y se resiste a explicaciones noticiosas y a localismos.
Los humanos sí son responsables de sus actos, al ser criaturas morales, de ahí que cae por su propio peso que ha de haber un momento en el que cada persona responda de los mismos.
Dios es digno de recibir la honra, la gloria y la alabanza porque es el Creador.
El verdadero valor de las cosas se mide no por lo que vemos ahora, sino por lo que está anunciado que va a suceder.
La adoración de la multitud angelical en Apocalipsis 5.11s.
La cobardía huye de las complicaciones, evita perder influencia, ansía mantener lo material, complacer a los hombres antes que a Dios: es el verdadero cáncer de la sociedad en la que vivimos.
Este momento litúrgico de Apocalipsis aumenta el nivel de adoración y la dirige a un nuevo receptor, el Cordero, en un fuerte testimonio a la deidad de Jesús.
En la mano derecha del que está sentado en el Trono hay un rollo sellado. Es tan importante que Juan llora cuando nadie resulta digno de abrirlo.
Apocalipsis 4:1-8a. Todo el culto se desarrolla alrededor del Trono: el reinar de Dios en nuestras vidas y comunidades es inicio, centro y fin del culto cristiano.
Antes de que el mundo mejore en el regreso de Jesucristo, empeorará mucho más de lo que es hoy en día.
¡O el Apocalipsis se lee "en clave de adoración y culto", o el Apocalipsis se lee mal!
La constante tentación humana es ver nuestra realidad inmediata como última, y presuponer (o temer) que las grandes verdades de fe son remotas y de secundaria fuerza histórica.
En el diseño divino de la creación, "todo lo que respira" adora al Creador de la vida. Para eso Dios nos ha dado aliento, para eso existimos.
Estamos pues, ante un manual de lectura urgente ante los diferentes brotes de escatologismo irresponsable y ajeno a la esperanza proclamada por las propias Escrituras.
Sus conclusiones, como no podía ser de otra manera, apuntan a lo que han desarrollado muchos exegetas posteriores: una sana comprensión del Apocalipsis encaminada hacia el fortalecimiento de una fe cristiana bien situada ante las diversas coyunturas socio-políticas.
Su orientación pastoral presidía, sin fisuras, la perspectiva del pensador evangélico.
Las opiniones vertidas por nuestros colaboradores se realizan a nivel personal, pudiendo coincidir o no con la postura de la dirección de Protestante Digital.