El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Nunca se hubiera considerado evangélico, pero este anglicano contemplativo, conocido como «el místico inglés por excelencia», influyó enormemente en el génesis del movimiento evangélico en el siglo XVIII.
Nadie pudo adivinar el impacto de la corta vida de este enfermo y melancólico misionero presbiteriano. Sin saberlo, David Brainerd (1718-1747) impulsaría el movimiento misionero protestante del siguiente siglo XIX.
Conocido como el «apóstol del sentido común» y el «príncipe de las paradojas», G. K. Chesterton (1874-1936) fue un periodista inglés prolífico que defendió la fe cristiana en el siglo XX.
Tras ser rescatado de un incendio en la infancia, John Wesley (1703-1791) prendería fuego a una nación como predicador itinerante con un mensaje que perduraría a través del metodismo.
Jonathan Edwards (1703-1758) fue un predicador de la época colonial del siglo XVIII, un catalizador de uno de los mayores avivamientos de la historia y el teólogo más brillante de Norteamérica.
Charles Spurgeon (1834-1892) fue un pastor bautista que llegó a ser uno de los mayores influencers de la época victoriana en Gran Bretaña.
En la pelea contra la falsa doctrina, la mundanalidad y el pecado, avanzamos sin temor hasta el final, y por eso nuestro lenguaje no debe ser fruto de una pasión desordenada, sino de principios bien considerados.
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