El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Nunca, en toda su obra, Cervantes se permite hablar de la Biblia en tono jocoso, como lo hace con otros libros y, en especial, con los de caballerías.
"Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma".
Sin duda alguna su figura es enorme a nivel internacional, y siendo la España evangélica deudora y beneficiaria de su vida entregada de forma plena, no se le ha hecho justicia.
Quienes hacen la paz serán llamados hijos de Dios porque en realidad actúan como su Padre celestial.
Los autores ha unido razón y corazón y el resultado ha sido cuatro relatos bellísimos. Han escrito letra por letra el mundo propio de los niños autistas, “un mundo sin sutilezas, sin dobles sentidos”, aclaran los autores.
Hay en nuestras sociedades una creciente hostilidad hacia el cristianismo, así como un desconocimiento general del mismo por parte de personas “cultas y educadas”
Escritores de todos los tiempos han usado de comparaciones y metáforas parecidas a las que emplea Cervantes cuando han querido hablarnos de la brevedad de nuestra vida.
El hacedor de paz conoce esta situación de caída moral en que se encuentra el ser humano y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para promover, a pesar de todo, la gloria de Dios.
Hoy quiero rescatar la labor difusora de la palabra que se hace a través de las revistas, entre ellas, Vínculo.
Un cuento de Antonio Cárdenas.
“Las pasiones religiosas, exaltadas hasta el frenesí, dieron lugar a una especie de guerras civiles, llamadas de religión, parciales e intermitentes que duraron unos 36 años, desde 1562 a 1598”.
Una creación a partir de la nada o un universo sin comienzo requieren por igual la existencia de un Dios creador trascendente.
Toda la obra de Cervantes refleja con claros destellos las preocupaciones de nuestro escritor por los grandes temas relacionados con el más allá y con nuestra conducta moral y religiosa en esta vida.
La Biblia enseña que el problema está en el corazón del hombre y mientras éste no cambie su manera de ser, no habrá verdadera paz en el mundo.
—Estoy aterrorizado, cada noche temo que el armario de la habitación me va a caer encima estando en la cama.
La ciencia es posible porque el cosmos es creación inteligente y el ser humano criatura hecha a imagen y semejanza del Creador.
He aquí un breve comentario de dos libros publicados por Alfredo Pérez Alencart ('Hasta que él vuelva') y el mismo junto con Luis Cruz-Villalobos ('Carne del Cielo').
Cervantes se ha complacido en hacer de su libro un exacto espejo de nuestros dramas psicológicos.
Quienes desean hacer la paz en el mundo tienen que llevar también la cruz con su Señor. No se trata de una tarea fácil.
La actitud ingenua de los pequeños peces, que se olvidan de la buena costumbre de huir prudentemente, me hace pensar en la vida cristiana.
En 'Cien años de soledad' abundan las reflexiones sobre Dios, la presencia de la Biblia, referencias a la creación tal como se cuenta en el Génesis, las plagas de Egipto, el éxodo del pueblo judío, la historia del diluvio, el apocalipsis de los últimos tiempos.
Un cuento de Antonio Cárdenas.
La creencia del ateo ante la muerte es desesperante. Nada de otra vida. Nada de un Dios que recibe el alma.
La paz que deben construir los cristianos no puede buscarse a cualquier precio que rompa el compromiso con Cristo o con los valores del evangelio.
Ahora, en competencia con los audiovisuales y la electrónica, el libro tiene una importante labor que cumplir en la propagación de la fe cristiana.
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