El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Podemos entender que el proyecto misionero de Dios es la historia de la salvación, y ésa a su vez es el mensaje central de todo el AT.
Si la misión se entiende en la amplia perspectiva multi-dimensional de "misión integral", el AT ofrece las bases indispensables para todo el mensaje misionero de ambos testamentos.
Si buscamos los vocablos "misión" y "misionero" en nuestra concordancia, nos encontraremos una gran sorpresa: ¡ninguno de los dos términos son palabras bíblicas!
En los últimos años se ha popularizado en algunos círculos evangélicos el uso del término "misión integral" junto con "evangelio integral" y "evangelización integral".
Es obvio que el aspecto "generacional" de toda esta enseñanza se basa en el segundo mandamiento del decálogo y algún texto en Éxodo y Deuteronomio.
Los evangelios narran muchas frases y situaciones que, si nos paramos a imaginarlas o si las tomáramos literalmente, nos harían mucha gracia.
Por supuesto Jesús no era frívolo, pero es claro que a menudo decía cosas bastante chistosas, por mucho que nos sorprenda eso.
La base bíblica de tomar café está entre las enseñanzas más hermosas de la teología.
Propongo algunos problemas exegéticos que ilustran este caos en algunos de los muchos campos de interpretación:
Las especulaciones más estrafalarias se transmiten con la autoridad de la radio, televisión, revistas e incluso prestigiosas casas editoras a muchos millones de personas.
Cuando se suprime la exégesis y no se tolera la crítica, se terminan imponiendo tradiciones humanas en lugar de la Palabra de Dios.
Un problema serio es que en muchos lugares el púlpito se ha vuelto frívolo, para repartir como confites opiniones interesantes en vez de proclamar la Palabra de Dios.
Se puede decir que en la Biblia los primeros predicadores, y no sólo maestros de la ley, fueron los profetas en Israel.
Jesús, que no tenía pecado alguno de que arrepentirse, se identificó con los pecadores en ese escandaloso sacramento del arrepentimiento.
La palabra sin el Espíritu conduce a una ortodoxia muerta; el Espíritu sin la palabra llevaba, en frase de los reformadores, al "entusiasmo" desordenado.
El predicador no predica para complacer a los oyentes, para manipular sus emociones ni aún para lograr cambios religiosos y morales en ellos. Su tarea es proclamar la palabra de Dios.
"Reino" y "evangelio" son dos lados de la misma moneda.
La predicación, en su sentido bíblico y teológico, es mucho más que sólo la entrega semanal de una homilía religiosa.
Comentario a Apocalipsis 16:5-6
Pocos errores hacen tanto daño a la buena interpretación como optar por la primera interpretación que se nos ocurra, sin considerar todas las posibilidades del "menú".
La teología folklórica es uni-contextual; da espaldas a todo contexto que no sea el suyo. Es otra forma del etnocentrismo y xenofobia
Traducción del original en inglés “My Pilgrimage in Mission”, publicado en el International Bulletin of Missionary Research [i]
La primera condición de una evangelización genuina es la crucifixión del evangelista. Sin ella el evangelio se convierte en verborragia y la evangelización en proselitismo.
Si la muerte tiene la última palabra para cada ser humano, preguntó Moltmann, ¿con qué base podemos esperar?
La resurrección de Cristo es la “garantía adelantada” de la nuestra, y también el prototipo definitivo que anticipa lo que habrá de ser nuestra experiencia tras la muerte física.
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