El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Si las genealogías judías mencionaban solamente a los varones cabezas de familia, la de Jesús incluye también a las féminas más discriminadas de la sociedad.
En Israel existen numerosas especies de plantas que presentan espinas punzantes.
Los álamos aparecen en la Biblia en pocas ocasiones, sin embargo, uno de estos pasajes es muy interesante desde el punto de vista científico.
En la Biblia, los ajos se mencionan en una sola ocasión (Nm. 11:5), a propósito del recuerdo nostálgico de los israelitas en su peregrinación por el desierto.
El apóstol Pablo compara el olivo silvestre (o acebuche) con el mundo gentil, elaborando así una sencilla parábola del olivo.
A medida que se obtienen más datos paleontológicos, aumentará también el desconcierto general sobre la teoría de la evolución del hombre.
¿Por qué será que, en ocasiones, las mejores cuestiones las suscitan los niños pequeños?
La ciencia debe basarse en la observación, no en declaraciones dogmáticas que no pueden ser verificadas.
El diseñador pudo usar unas mismas frases de ADN para expresar cosas bien diferentes.
Aquellos que hemos creído en Jesucristo como nuestro salvador personal, estamos llamados a esa clase de madurez espiritual que nos permita tener los sentidos ejercitados para discernir el bien del mal.
La Biblia no aporta demostraciones filosóficas o racionales sobre la realidad Dios, sino que únicamente lo presenta como creador del cosmos y el ser humano a partir de la nada.
¿Qué dice actualmente la ciencia -libre de prejuicios e intereses ideológicos- sobre tal asunto? ¿Hay base biológica para la homosexualidad?
Consideramos conveniente que estas nuevas interpretaciones de los mismos hechos científicos descubiertos recientemente sean también conocidas por el gran público.
Desde mediados de los 60, se han estado proponiendo árboles evolutivos que pretendían reflejar cómo habían ocurrido las transformaciones entre las especies
El cromosoma “Y” masculino constituye un grave problema para la teoría de la evolución.
La Eva mitocondrial coincide mejor, desde el punto de vista genético, con la bíblica que con una antecesora simiesca.
La idea de que el nivel de diversidad genética de la especie humana excluye la historicidad de Adán y Eva puede ser fácilmente refutada.
Quizás muy pronto podamos estar en condiciones de reconstruir de manera fiable cómo debieron ser aquellos cromosomas primitivos.
Este complejo escenario resulta difícil de creer aunque venga relatado en todos los libros de antropología.
La reducida diversidad genética del hombre constituye un gran problema para la teoría de la evolución.
Cuando se profundiza un poco más en el ADN basura, se descubre que los argumentos darwinistas no son válidos.
La creciente evidencia científica indica, cada vez con mayor intensidad, que la selección natural no es una fuerza creativa sino únicamente estabilizadora.
No somos mejores que Adán y Eva porque, además de la inocencia, hemos ido perdiendo otras muchas cosas por el camino.
A pesar de las muchas semejanzas que puedan existir entre simios y humanos, nuestra singularidad se explica mejor por medio de un diseñador común que mediante un ancestro común.
Es muy probable que aquello que pensamos acerca del origen de la humanidad esté bastante condicionado por lo que personalmente cada cual haya elegido previamente creer.
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