El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
― Creía que tenía fe en el Señor y ha resultado ser falso.
En cuestiones de fe hay que estar muy atentos cuando el no puede ser un sí.
Este mundo estaba bajo el dominio de un príncipe de mentira.
Entre sollozos el pobre hijo le puso al corriente del acoso fraternal. Lo entendió al momento.
De joven empezó a destacar en una afición que le entretenía a él y tranquilizaba a sus educadores.
Por fin la sociedad vivió como nunca antes, en paz y seguridad.
Exageraban al máximo el fervor religioso.
Le embargaba cierta sensación de fracaso porque el 99% de las parejas que unió en matrimonio se divorciaron al poco tiempo de casados.
— Célibe… es célibe.
― ¡Qué ramo tan feo llevas! ― le dijo el conejo.
― Hay algo que de verdad nos preocupa… y es su eternidad.
― Pues quizá el amor
Solo quedaba el líder para dar cuenta de todo su amplio y reconocido servicio.
Y él no la quería perder.
― Pa ti, hijo, pa ti.
Recibió toda clase de críticas de otras mujeres que la consideraban reaccionaria y machista.
― Tú, que por no comprar ni me regalas unos miserables aretes, ¿ahora has caído en la tentación consumista de esta generación?
Hasta que un amigo suyo, que le quería bien, le hizo una pregunta que le descolocó por completo.
La muletilla que está más de moda es “yo siempre digo”. Una aparente seguridad… que no deja espacio al otro.
― ¿Y tú quién eres?
¡Qué bendición tan grande es la posibilidad de amarle!
― Pero si hago todas las tareas en casa, es la dichosa plancha que se me resiste.
― Aquí están todos los héroes que luego se convierten en literatura y se dibujan.
― Es lo mismo que pasa con los billetes falsos, cuanto más se parecen al original, más pueden engañar.
― Por poco me persuades a ser cristiano.
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