El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Para Ismael, su hijo, el libro es "una pequeña parte de su historia como fotógrafo, periodista, escritor y ciudadano. Una muestra que cuenta la historia que este fotógrafo tenía en la cabeza".
Los libros de memoria, como este de Diego Teruel, constituyen un legado maravilloso, el don de resucitar el pasado, el único paraíso de donde no podemos ser desterrados porque es nuestro, permanece vivo en las fibras del corazón, entre los laberintos de la mente.
No olvidamos nada. Todo continúa existiendo en nuestra conciencia. La memoria es un faro luminoso que nos guía en las tormentas de la vida. Memoria y autobiografía tienen el mismo significado y persiguen el mismo objetivo: recordar el pasado y contarlo.
“Las grandes verdades de siempre (verdades de la fe), pueden ser arrinconadas e ignoradas hasta transformarse en reliquias del pasado sin relevancia social en el presente”.
¿Puede el amor de una mujer profundamente creyente ser tenido en cuenta por Dios para conceder la salvación del alma a quien se jactaba de haber matado a 32 hombres y haber seducido a un elevado número de mujeres? La respuesta nos la da el apóstol Pablo en la carta que escribe a los cristianos de Roma: “¿Quién entendió la mente de Dios?”
La primera parte del Don Juan Tenorio, de Zorrilla, ha tratado de aventuras y amores. En la segunda parte, la obra adquiere un vigor eminentemente religioso, teológico.
En toda la escena Don Juan habla a Don Gonzalo de su salvación, de su confianza en que Dios le ha enviado a Doña Inés para a través de ella alcanzar el cielo.
La tercera escena del cuarto acto tiene lugar el intercambio de palabras amorosas que marcan el punto culminante del romanticismo en la obra de Zorrilla.
No hay hombre tan valiente a quien el amor no logre dominar. El amor pone en libertad a los esclavos y esclaviza a los fuertes.
Partid los días del año entre las que ahí encontráis. Uno para enamorarlas otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas y una hora para olvidarlas.
"Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé y en todas partes dejé memoria amarga de mí".
Lo extraordinario de esta obra es que su autor escribe en sólo veintiún días el fantástico drama que consta de siete actos divididos en dos partes
En Tirso Dios pierde su carácter de Padre misericordioso y aparece como juez severo, implacable. Es el Dios del “ojo por ojo, diente por diente”.
Si exceptuamos a Don Quijote, es difícil encontrar en la historia de la literatura universal un protagonista y un asunto que hayan dado ocasión a una tradición más difundida como la de Don Juan Tenorio.
Mientras haya espíritus que se debaten entre la esperanza y la desesperación, el libro de Job tendrá un mensaje único, insustituible.
Tras leer detalladamente el libro que estoy comentando, es mi opinión que a su autor le importa hasta límites máximos que los cristianos entiendan en totalidad y profundidad el mensaje de la Biblia.
En el libro, Timothy Archer entra con mirada escrutadora en la interioridad de la Iglesia para afirmar, que en estos inicios del siglo XXI, los cristianos debemos reflexionar y preguntar hacia dónde vamos.
“Las misericordias, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados.".
Cuando menos lo pensaba enfermó de muerte Don Quijote.
Quiso Cervantes elegir Barcelona para que la ciudad a la que elogió fuera testigo de las tristes, las dolientes, las desmayadas palabras del vencido caballero.
El amor es una deidad a la vez alagüeña y terrible. Don Quijote acomoda la sentencia del niño a sus propios suspiros amorosos y dice a Sancho: “¿No ves tú que aplicando aquella palabra a mi intención quiere significar que no tengo de ver más a mi Dulcinea?”
Las cosas que ocurrieron a Don Quijote en Barcelona merecen ser leídas y contadas.
Una reseña de la edición de 2016 de la Revista Sembradoras.
Zaragoza significaba para Don Quijote un mítico destino que cambia en el capítulo LIX de la segunda parte.
Si aquellos comportamientos de curas eran perfume, Dios nos libre del hedor.
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