El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
La clave es coger las cosas buenas y no rechazarlas, con el valor, el coraje suficiente y la visión para usarlas para la gloria de Dios.
¿Qué necesitará la gente en una crisis como la que va a venir? Tu respuesta te guiará en el camino que debes emprender.
Nuestra apreciación de lo que viene decide nuestras acciones en el presente.
¿Qué visión tenemos del resto de nuestra vida? Y ¿qué herencia vamos a dejar para nuestros hijos y generaciones futuras?
Los cristianos deberíamos ser los primeros en interesarnos por la investigación científica, por el aprendizaje continuo y por superarnos día a día, para la gloria de Dios y nuestro propio bien.
Estamos ya en medio de uno de estos cambios de época que cambiarán este mundo profundamente. Pero cada crisis es una oportunidad.
Este Reino le pertenece a Él y llegará el momento cuando su construcción habrá terminado.
Detrás de las pruebas y tentaciones hay un propósito pedagógico divino.
El perdón tiene dos aspectos: necesitamos perdón de Dios, y nos hace falta perdonar a los demás.
El auténtico propósito de nuestras vidas y oraciones es la gloria de Dios. Y es igual si oramos por cosas grandes o pequeñas.
El nombre de Dios no puede santificarse ignorando el mundo o retirándonos de la realidad que nos rodea.
Es mediante la oración que tomamos conciencia de que nuestras cargas las lleva el Señor y no nosotros.
El veredicto de Jesucristo ante el fenómeno de oraciones cara a la galería es devastador: no sirven para nada.
En su obra magna, Calvino dedica a la oración uno de los capítulos más extensos.
Me gustaría escribir sobre algunos aspectos de este privilegio tan excepcional que tenemos.
Ser codicioso trae ruina porque es idolatría, y en consecuencia, excluye del Reino de Dios.
Aquí van algunos ejemplos de las mentiras más comunes de nuestro tiempo.
Donde el robo se convierte en forma de vida es imposible que la sociedad avance.
Una sociedad que vive su sexualidad de forma desenfrenada, es una sociedad pagana y precisamente ahí está el problema.
Debemos ser tajantes en formular nuestras exigencias: la protección de toda forma de vida humana antes y después de nacer.
El quinto mandamiento resume de forma muy concisa la preocupación de Dios por la familia y su funcionamiento.
El ideal cristiano no es trabajar lo menos posible, sino usar el trabajo para la gloria de Dios.
Usamos el nombre de Dios en vano cuando predicamos un cristianismo vacío de contenido bíblico, hueco, quietista, descafeinado y sin pasiones.
Hemos llegado a un nivel de estatismo donde todo lo que necesitamos lo reclamamos al Estado como si fuera la única fuente que garantiza nuestra existencia.
La simple frase del primer mandamiento “Yo soy el Señor tu Dios”, es el mayor desafío al neo-paganismo que nos rodea.
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