El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Ahora, en la etapa final de mi existencia, quiero dejar escrito un reducido balance de mis trabajos.
Explica Claudio Gutiérrez Marín que "el español no siguió a los reformadores. Los intelectuales se encogieron de hombros. Pensaron que la Reforma era semejante a la Iglesia que ellos conocían muy bien; creyeron que la Reforma no podía transformar ni salvar a la nación”.
Es preciso que desaparezca esa vergüenza de que en un país que se dice cristiano, y donde los 9.999 por cada 10.000 no han leído el Evangelio, sirva éste todavía para que lo recorten en pedacitos, los cierren en unas bolsitas bordadas por monjas, y llenas de lentejuelas y las cuelguen del cuello de los niños a guisa de amuleto.
Copleston dice a Russell que si cree en la experiencia de enamorarse o de apreciar la poesía y el arte, con qué derecho niega la posibilidad de la experiencia religiosa personal.
A trabajar sin tregua ni descanso en pro de la libertad de conciencia que es la vida de nuestra vida y será, cuando implantada se halle en nuestras leyes y en nuestras costumbres, la única garantía posible de una España culta, grande y progresiva.
"El Cristianismo, que bajo la férrea envoltura de la Teología, la disciplina y la jerarquía romana pareció enemigo de todo progreso, no solamente no se oponía a lo que era justo y noble y grande en el progreso humano, sino que lo promovía y lo adelantaba", aseguró Araujo.
El 11 de marzo de 1910 tuvo lugar en Madrid un acto evangélico a favor de la libertad religiosa, organizado por una comisión presidida por Francisco Oviedo.
Que caigan todas las barreras denominacionales allí donde existan. Tal vez podríamos ser un ejemplo para el resto del mundo.
La Biblia, libro que desde su primera a su última página evoca el futuro, no registra ni una sola vez el sustantivo futuro aplicado al ser humano.
Una selección de citas de personalidades de diversos ámbitos acerca de la idea de la felicidad.
Estamos olvidando, tristemente, que la salvación del individuo y del género humano está en el amor, sólo en el amor.
Me dan miedo los que se declaran poseedores de la verdad absoluta en materia de interpretación cristiana. Porque son inquisidores potenciales.
El hombre occidental, sin saberlo, sin quererlo, sin proclamarlo, es un marxista puro en lo que concierne a sus creencias religiosas. No arrastra estatuas de Marx ni de Engels por las calles de la vieja Europa ni de la nueva América, pero su corazón vive encarcelado entre las rejas del materialismo marxista.
Periodistas hay en nuestro país que son políglotas en diferentes materias, pero analfabetos en cultura religiosa.
Occidente reprocha a los países del Este haber inventado el culto a la personalidad. Pero Occidente hace lo mismo, o tal vez peor.
La falta de fe genera violencia y produce miseria. En lo único que se cree es que no se cree. No hay interés alguno en buscar los paraísos perdidos.
Si Dios queda reducido a la proyección del ideal humano, el cielo no es más que el techo atmosférico que nos cobija.
La humanidad del nuevo milenio quiere contemplar el mundo desde la altura de la religión. Sin perspectiva religiosa la vida se emponzoña desde la cuna del niño.
Rápidamente propagado por todo el mundo entonces conocido, el Cristianismo marcó una nueva fase en lo moral, en lo religioso y en lo espiritual de la humanidad.
La Europa de Occidente no está en condiciones espirituales de librar al Este de sus reminiscencias ideológicas.
El 4 de enero de 1849, este alto funcionrio real y pollítico pronunció en el Parlamento un sensacional discurso sobre la Biblia.
De algunas ciudades de España y también de otros países me han llegado reacciones a mi artículo publicado en “Protestante Digital” el pasado 8 de marzo.
Tanto del Este como del Oeste aumentan los fanatismos y la intolerancia en el seno de las religiones.
Los hedonistas afirman que el hombre está sometido a la soberanía del instante. De aquí que excluyan toda moderación en la búsqueda del placer.
Si hay algo más importante que sanar, hacer milagros, profetizar, discernir, hablar en lenguas o interpretarlas es vivir en amor, vivir para el amor, vivir amando.
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