El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Dios no es un juguete en manos de nadie.
La unión hace la fuerza: del refrán saqué una gran enseñanza que vuelvo a poner hoy en práctica.
Me pregunto sin con este método pretendemos encajonar a Dios en nuestro ambiente mundano, o chantajearle.
Nos conmovemos al ver tu fuerza de voluntad, al comprobar tu fe y tu testimonio.
En la mayoría de las ocasiones se ha convertido en una frase hecha, o sea, que la pronunciamos sin pararnos a pensar en su significado.
Un poema de Leonora Acuña para el Día de la Madre. Selecciona Isabel Pavón.
Felices los que predican sobre Jesús porque han tenido tal encuentro vivo y personal con él que no pueden esconder este hecho.
Hay posturas eclesiásticas que nos obligan a permanecer minusválidas de por vida.
Leer en Lucas estos versículos de la pasión de Cristo me lleva a pensar hasta qué punto podemos ser ángeles enviados en circunstancias de infortunio.
Bien dice el salmo: "La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros, sino para tu nombre..." (Sal 115, 1).
Reflexión basada en “3 días”, película triunfadora del 11º festival de cine español de Málaga.
Abramos puertas y ventanas a la rebosante llenura de su gracia.
Tan poquita cosa como parecen, van contagiando su enfermedad de boca en boca y por lo bajini.
Una vez fue la flor y ya no es más que rastrojo acumulado sobre la tierra que el frío pudre.
Entendemos la vida llena de complicidad y entrega, guiño tras guiño, suspiro tras suspiro que, como pasos ardientes, nos caminan y nos marcan.
En la vida, cuando hay que llorar se llora, y cuando el ánimo conduce a la risa, al canto y la diversión, se disfruta.
Pensar que en los conflictos, en este caso eclesiales, Dios va a estar a mi favor, es un error fatal. Ni siquiera conocemos nuestras egoístas miserias a la hora de pedir.
Una crítica al libro 'Edificando iglesias sanas', de Jonathan Leeman (IX Marks).
En ocasiones los que dan se niegan a obtener y esta falta de humildad crea distorsión en el mensaje del evangelio.
No hay amor en este concepto y consentir es menospreciar la obra del Señor.
Juzgamos a los demás respecto de nosotros mismos como si poseyésemos galones de poder.
En la oración somos nosotros los que recibimos, los que salimos más beneficiados, no Dios.
Tan bien se sentían y tan contentas las veía el pastor que no se le pasaba por la cabeza ese cambio de roles que se había producido si se contrastaba aquel comportamiento con lo que estaba previsto en el evangelio.
Una vez más me recreo al pasear por el Evangelio según Lucas y me detengo en el relato que nos habla del nacimiento de Jesús. Me acojo al zoom que me lleva a imaginar los detalles que pudieran completar los hechos.
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