El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
No hay tantos científicos ateos como se suele creer. La increencia es un fenómeno mayoritariamente europeo.
La Biblia no menciona las sandías y apenas habla de los melones que también se cultivaban ampliamente en Palestina en tiempos antiguos.
El judaísmo no cree que las profecías mesiánicas se cumplieran en Jesús. Los musulmanes creen que Jesús predijo la venida de Mahoma al hablar del “otro Consolador”.
La Biblia hebrea no especifica de qué fruto se trataba, sino que usa el término genérico, peri, que puede referirse a cualquier fruta.
La creencia, propia del politeísmo, en que el mundo material siempre existió, propia del politeísmo, choca contra el argumento cosmológico que afirma que todo tuvo un principio y que nada existió eternamente.
En la antigüedad creían erróneamente que los frutos de la mandrágora curaban la esterilidad.
La moral de las sociedad evoluciona y cierta teología con visos panenteístas pretende que los preceptos morales de Dios también cambien para adecuarse a la moralidad moderna.
El maná alimentó el cuerpo físico de los hebreos durante un breve período de tiempo, pero Jesús ofreció su vida como alimento definitivo.
A lo largo de la historia del hinduismo se han manifestado ciertas tendencias de especulación filosófica que podrían clasificarse como escépticas o agnósticas, además del hinduismo panteísta.
Malva solamente aparece una vez en la Biblia, en el libro de Job, para referirse a un vegetal comestible propio de regiones desérticas.
La pequeña y rara molécula de fosfina no parece una evidencia suficientemente sólida como para sustentar algo tan importante como la existencia de vida en Venus.
Según el ateísmo, lo único que posee existencia real sería el universo físico o material.
La “madera olorosa”, citada en el libro de Apocalipsis (8:12), parece referirse a la madera de una especie de ciprés.
Cada religión concibe a Dios a su manera y lo representa de forma diferente.
La Escritura lo menciona una docena de veces para compararlo con ciertas personas que se comportan con crueldad.
La evidencia histórica y la pura lógica indican que el rabino galileo fue quien dijo ser, que murió en la cruz, fue sepultado y la tumba quedó vacía.
La simplicidad y la belleza de los lirios del campo, que dependen exclusivamente de Dios, resultan del todo incomparables con cualquier riqueza o mérito humano.
El Corán niega que Jesús fuera crucificado por los romanos, en base al pobre argumento de que a la gente “le pareció que había ocurrido así”.
El término lino (en hebreo, pistah, פִּשְׁתָּה) aparece más de 80 veces en la Biblia ya que en Israel y Egipto se cultivaba desde la más remota antigüedad.
¿Qué mentiroso es capaz de morir por defender una mentira, sabiendo que es mentira?
Este fruto del limonero era usado con regularidad en el servicio de la sinagoga.
Si la resurrección de Jesús hubiese sido una alucinación, el cristianismo se habría extinguido en sus mismos orígenes.
Las liebres solamente se mencionan dos veces en la Biblia, probablemente porque los hebreos no podían consumirlas, según las prescripciones de Levítico.
Esta idea choca frontalmente contra el comportamiento de los discípulos de Jesús, ya que ninguno de ellos tenía la esperanza de que resucitaría al tercer día.
Reflexiones de Frederik Rainer Siemens Dück, sobre la relación entre la fe evangélica y la política en el gran continente americano.
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