El País ha publicado en su edición de este sábado un bochornoso artículo sobre el crecimiento de iglesias evangélicas en la zona de Carabanchel.
Lo que la Biblia dice es más importante que lo que ciertas personas tengan que decir, sin importar su éxito o supuesta relevancia.
La codicia destruye nuestro interior porque nos hace sentir infelices si no alcanzamos lo que no tenemos.
Las personas tenemos trascendencia, el dinero no. Si no lo tenemos en cuenta, caemos en la idolatría.
Jaime Fernández recoge en este libro las razones más habituales por las que las personas abandonan la iglesia y nos invita a reflexionar y actuar.
Ser espiritual es vivir empapados hasta la médula en el dolor ajeno, llevando en nosotros el sabor y el olor de los despreciados y de los que sufren.
Dios quiere estar presente en cada momento de la vida, no solo en lo que consideramos “actividades espirituales”.
Somos ignorantes cuando las palabras “me equivoqué” no aparecen en nuestro vocabulario.
Jesús nos enseña a dirigirnos a Dios como Padre.
No lo creas todo, piensa y razona: Dios te ha regalado esa libertad.
Las marcas de la cruz en las manos de Jesús permanecerán por toda la eternidad, mostrando su amor por nosotros.
Dios no quiere en primer lugar que las personas conozcan muchas cosas sobre él, sino que le amen.
Sea cual sea la situación en la que estamos, es Dios quien tiene la última palabra.
Aún la vida más desgraciada tiene recuerdos felices. Y es a ellos a los que hay que volver.
Debemos ser constantes al hablares a otros de Jesús, y desechar el miedo al ridículo.
A los ojos de Dios no existen las causas sin esperanza o las personas que parecen no tener valor, porque los ojos de Dios brillan al vernos a cada uno de nosotros.
¿Habrías escogido a los discípulos como lo hizo Jesús? Fueron personas comunes, pero cuando fueron llenas del Espíritu, cambiaron el mundo.
El hombre que cree que sin Dios puede ser libre, está razonando de la misma manera que el que se lanza desde un rascacielos al vacío después de convencerse a sí mismo que la ley de la gravedad no existe.
Jesús pasaba tiempo a solas con su Padre. Más allá de lo que hacemos, lo más importante es estar cara a cara con Dios.
De cada uno depende en qué pone la base de su existencia, cuáles son los principios que le motivan para vivir.
El amor de Dios se refleja completamente en la persona y obra de Jesús.
La victoria y la derrota son circunstancias accidentales en nuestra vida, no definen quiénes somos realmente.
Al rechazo y desprecio hacia Jesús, él responde ofreciéndonos un lugar. De eso trata el evangelio.
Es hora de enseñar a nuestros niños que hay otra manera de vivir; que es posible amar y apreciar a todos.
Con lo que “sobra” del poder de Dios nuestra vida puede ser transformada.
Quien diseñó el Universo es mucho más impresionante de lo que creemos.
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