Todos los ojos están puestos este domingo en las elecciones presidenciales y parlamentarias de Turquía, el gran país entre Europa y Oriente Medio que ha demostrado ser un actor estratégico en la región.

Recep Tayyip Erdogan, el hombre más poderoso del país desde 2003 (primero como primer ministro y luego como presidente), podría estar al borde de perder su cargo.

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Erdogan es visto en gran medida como un líder con un estilo autoritario y populista, conocido también por sus esfuerzos para traer de vuelta el Islam a todas las áreas de la cultura en un país donde un enfoque secular de la política había sido la norma.

En medio de una inflación galopante, Turquía sigue intentando reconstruir las zonas del sur golpeadas en febrero por el terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter que destruyó por completo ciudades como la histórica Antakya (Antioquía). Más de 50.000 personas perdieron la vida y “decenas de miles siguen sin hogar”.

Todo tipo de organizaciones locales, nacionales e internacionales están trabajando sobre el terreno para ofrecer ayuda y soluciones a medio plazo, pero los afectados suelen expresar su frustración con la acción del gobierno.

Las encuestas dicen que la coalición de oposición de todos los partidos liderada por Kemal Kılıçdaroğlu podría obtener más del 50% de los votos y, por lo tanto, evitar una segunda vuelta. Pero el apoyo a Erdogan también supera el 40%, y la carrera podría decidirse en una segunda votación dos semanas después.

Los 64 millones de ciudadanos con derecho a voto también elegirán una nueva Asamblea Nacional en el parlamento nacional del país, donde el partido AKP de Erdogan es más fuerte.

Según Euronews, casi 1,7 millones de turcos ya han votado desde el extranjero, un “récord” según las autoridades.

La situación de los cristianos y otros grupos

No todos los Derechos Humanos en Turquía son respetados. El país ha sido criticado a menudo por el trato que da a los solicitantes de asilo, especialmente después de la guerra en Siria y la huida de millones de personas a través de Turquía hacia Europa.

El conflicto con la zona separatista de Kurdistán también ha sido fuente de violencia y disputas internacionales.

La libertad religiosa y la libertad de culto también se han restringido para las minorías. Claramente es el caso de los protestantes, quienes han denunciado que al menos 60 pastores y trabajadores cristianos han sido puestos en listas negras y expulsados del país sin explicación en los últimos años.

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Turquía, miembro de la OTAN, sigue siendo un actor geopolítico clave que ha intentado negociar entre Rusia y Ucrania. El gobierno de Erdogan también se ha mostrado activo en la búsqueda de unirse a nuevas alianzas en Asia occidental.

En 2022, Turquía restableció relaciones diplomáticas con Israel tras una década de tensiones.