"Un joven de 21 años de edad ha muerto hoy viernes, cerca de Brescia (norte de Italia), aplastado por una cruz de madera de 30 metros de altura que se construyó en 1998 por Enrico Job en honor de papa Juan Pablo II, quien será canonizado este domingo en Roma junto a Juan XXIII", destacaba ayer mismo el diario madrileño El Mundo. El papa que va a ser canonizado en Roma no hizo milagro alguno en este caso. Tan sólo otros dos milagros han sido suficientes para llevarle a los altares: la curación del Parkinson de una monja francesa, (por el que fue beatificado en 2011) y la curación "inexplicable" de una mujer costarricense que había sufrido un aneurisma cerebral...
El pontífice número 264 de la historia de la Iglesia católica fue beatificado por su sucesor, Benedicto XVI, y va a ser canonizado por Francisco, el primer papa latinoamericano, en una ceremonia en la que también será elevado a los altares, como santo, otro pontífice, Juan XXIII.
El papa polaco será entronizado como santo tan sólo nueve años y tres semanas después de su muerte, un plazo récord que ha sorprendido a no pocos católicos. (Uno de los pocos santos "express" de la historia de la Iglesia Católica fue san Antonio de Padua, que murió en junio de 1231 y sería canonizado menos de un año después).
“AGUJEROS NEGROS” DEL PONTIFICADO DE JUAN PABLO II
Elegido Juan Pablo II papa el 16 de octubre de 1978, Karol Wojtyla (su nombre de pila) sucedería a Juan Pablo I (muerto en extrañas circunstancias apenas un mes después de ser elegido pontífice). El papa Wojtyla moriría el 2 de abril de 2005, tras cerca de 27 años de pontificado. Un pontificado polémico para unos, y ejemplar para otros.
Muchos católicos (y no católicos) no pueden llegar a comprender cómo un papa cuyo pontificado ha estado minado por cientos o miles de
casos de pedofilia en la Iglesia católica (con crímenes de pederastia cometidos por sacerdotes, obispos, cardenales y hasta un fundador de una Congregación religiosa, que durante muchos años fue, según la expresión popular, su "brazo derecho"), ha sido beatificado y es canonizado en tan poquísimo tiempo después de su muerte.
No pueden comprender cómo ha podido llegar a "santo" un pontífice que, por el contrario, no dudó lo más mínimo en
condenar la llamada "Teología de la Liberación" y a teólogos como el franciscano brasileño Leonardo Boff y otros teólogos comprometidos en los países más pobres de África o Latinoamérica, como los jesuitas españoles Jon Sobrino o Ignacio Ellacuría, este último asesinado en El Salvador, como lo fuera otro obispo igualmente comprometido, Oscar Arnulfo Romero, que no gozó precisamente de las simpatías del nuevo papa santo. Papa que sí
simpatizó con dictadores tan sangrientos como lo fuera el presidente de Chile, Augusto Pinochet, a quien no dudó en administrarle personalmente la Comunión.
Simultáneamente a sus posturas con los sectores más progresistas de la Iglesia, más acordes al espíritu del Concilio Vaticano II, convocado precisamente por Juan XXIII, el otro papa que va a ser canonizado, Juan Pablo II, apoyó sin ambages movimientos ultraconservadores como el Opus Dei (a cuyo fundador también canonizaría) o el movimiento neocatecumenal conocido como "los Kikos" por el nombre de su fundador, de gran influencia en la iglesia española y en la archidiócesis de Madrid, Kiko Argüello, ambos movimientos con gran poder e influencia en las instancias vaticanas.
Otro de los asuntos que han puesto en duda la "salud" del pontificado de Juan Pablo II ha sido el de
la Banca Vaticana IOR (Instituto para las Obras de Religión), que han corrompido la vida financiera de la Iglesia y que está en el punto de mira de la reforma -aún no culminada- del papa Francisco.
MARCIAL MACIEL Y LA PEDERASTIA
Pero el caso más sangrante del pontificado de Juan Pablo II, y que en situaciones "normales" le impediría llegar a los altares, ha sido el del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, que gozó durante todo su pontificado de la protección del papa polaco, pese a las acusaciones (llegadas a las instancias vaticanas desde la década de los años 50 del siglo pasado) de haber abusado de muchos de sus seminaristas y colaboradores, de haber mantenido una doble vida con dos mujeres y varios hijos, de entregarse a las drogas y de otros actos que han ido descubriéndose aún en vida del papa Wojtyla, hasta que fue "relegado al silencio" una vez desaparecido el pontífice polaco y siendo papa quien debería ser conocedor de todos estos delitos, Joseph Ratzinger (después Benedicto XVI), que dirigió durante el pontificado de Wojtyla la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio.
Las dudas y comentarios acerca de esta precipitada canonización, que parece llegar "por la puerta de atrás", ya que el proceso de elevar a Juan Pablo II a los altares lo inició Benedicto XVI, que había trabajado con el papa polaco un cuarto de siglo, no han parado desde hace varios años.
Se acaban de conocer las declaraciones de quien fuera portavoz del nuevo santo, el español Joaquín Navarro Valls, acerca de que "Juan Pablo II no conocía los resultados de las investigaciones sobre los casos de abusos sexuales contra menores de edad en la Iglesia Católica", que es una de las lacras adjudicadas a Karol Wojtyla. Pero no pocos investigadores consideran que "el papa peregrino" no quiso condenar los casos de pederastia en los que estuvo involucrado Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo. Navarro Valls es un miembro cualificado del Opus Dei, sector católico que atrajo decisivamente al papa polaco.
El vocero de Karol Wojtyla insiste en que el sumo pontífice "supo solo al final de su papado de los crímenes de los curas y que debido a la "pureza de su pensamiento" le resultaba difícil aceptar que sacerdotes abusaran sexualmente de los infantes"... Ya en abril de 2011 Navarro Valls afirmaba que "la beatificación de Juan Pablo II no comporta un juicio histórico sobre la manera cómo administró la Iglesia, sino una evaluación sobre sus virtudes cristianas... En cuanto a esto no caben dudas... Las vivió de manera heroica". Pero no todos piensan lo mismo. La revista tradicionalista estadounidense The Remnant expresó sus reservas sobre aquella beatificación debido a los escándalos sexuales durante el pontificado del papa Wojtyla, la debacle de los Legionarios y lo que la revista entendía como los abusos en la Liturgia.
LA "AMBIGÜEDAD" DE FRANCISCO
A juicio del secretario de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Juan José Tamayo Benedicto XVI "ha sido tan cómplice o más que los otros papas. Ante todo fue el guionista de todo el pontificado de Juan Pablo II, porque le marcó la ruta en todos los campos, durante los 23 años y medio que estuvo al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio), donde recibió una gran cantidad de denuncias contra Maciel. Durante su prefectura se prohibía a las víctimas revelar los abusos sexuales que le llegaban... Esto revela que o no alertó al papa Juan Pablo II o el papa miró a otro lado. Un papa que sí fue duro, inquisidor y represivo contra los teólogos, los reformadores y los renovadores del Concilio Vaticano II". Tamayo se sorprende de la canonización de dos papas tan diferentes como Juan XXIII y Juan Pablo II, ya que este último tomó "una dirección completamente contraria a la del papa Roncalli".
Por todo ello, el secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII califica de "ambigua" la decisión del papa Francisco de canonizar a dos Papas tan diferentes como Juan XXIII, "papa del diálogo, la reforma y la apertura, que convocó el Concilio Vaticano II", y Juan Pablo II, "un Papa de la involución y la ruptura de puentes con la modernidad”.
Para él,
día tras día se va manifestando de forma más clara la "ambigüedad" del papa argentino, cuya expresión doctrinal, sin ser tan extrema como la de Juan Pablo II o la de Benedicto XVI, se escora cada día más hacia una línea conservadora. Ello no quiere decir -precisa Tamayo- que Francisco no sea sincero en su voluntad de reforma de la Iglesia, "pero lo está haciendo a fuego lento y sin dar pasos adelante en los aspectos más importantes (el papel de la mujer, la teología moral, o la reforma de la Curia) que todo el mundo esperaba del nuevo Papa". Francisco dio recientemente el visto bueno a la beatificación de 522 asesinados -calificados de mártires- de la guerra civil española, y desaprovechó esa circunstancia para pedir a los obispos españoles una condena expresa y largamente solicitada por los muchos católicos españoles del apoyo de la iglesia católica de España a la dictadura de Franco, así como la condena del fascismo y del nazismo. Son otras pruebas evidentes de la ambigüedad de este Papa, que va a canonizar a dos pontífices tan diferentes: la santidad de Juan XXIII puede justificarse, la de Juan Pablo II no".
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