Si una cosa ha sido Washington D.C., la capital de Estados Unidos, en los últimos años, es un profundo agente de división. La lucha habitual de los partidos Demócrata y Republicano ha tomado tal calibre en la televisión y en las redes sociales que ha creado un ambiente de división pocas veces visto en las últimas décadas. Ante este panorama, destaca un grupo comunitario cristiano que une semanalmente a profesionales del ámbito de la política de ambos bandos, los llamados “staffers”.
Los staffers son colaboradores de los políticos, a los que ayudan en su labor realizando informes, buscándoles información o contactos, asesorándoles sobre cuestiones que deben investigar. Están en la sombra, pero son una pieza fundamental de la maquinaria política de los partidos.
La
National Community Churchesuna iglesia evangélica del centro de la ciudad, que como muchas otras tiene sus grupos pequeños. Entre estos destaca el que forman
profesionales que trabajan en contacto directo con los congresistas estadounidenses. Desarrollan su trabajo en Capitol Hill (el conocido edificio del Congreso), sólo unas manzanas de la iglesia a la que asisten.
Dos de estos “staffers”, Juliana Heerschap y Aaron Welty, lideran este grupo pequeño. Junto a ellos hay expertos en leyes, secretarios de congresistas o periodistas especializados en encuestas de opinión, de los dos bandos, que se reúnen cada semana para compartir sus experiencias a la luz de la Biblia, y orar juntos.
REFLEXIONANDO SOBRE LA FE EN SU ENTORNO POLÍTICO
“El grupo nos ha ayudado a crecer en nuestra fe y en la forma en la que interactuamos con la gente en Capitol Hill”, explica Heerschap. Cada jueves por la mañana, hablan abiertamente de cómo Dios puede hacer una diferencia en el sitio donde trabajan, en medio de la lucha política.
El pastor de la iglesia, Mark Batterson, observa la célula y comenta: “De alguna forma pienso en el verso de Gálatas donde dice que no hay ni judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer. Nosotros simplemente añadimos ‘ni demócrata o republicano’”.
Pero, ante toda la tensión política diaria en la que luchan para una de las dos partes,
¿puede funcionar bien un grupo así? Ellos creen que sí, que las barreras caen cuando se unen para orar y compartir abiertamente sobre sus experiencias en el campo profesional que tienen en común.
“Hablamos mucho de políticas, de poder y de todas esas cosas, pero dejando eso en la puerta y preguntándonos: ‘¿quién somos como personas? ¿Quién es Jesús para nosotros’?”, explica Welty.
El enfoque principal, en este deseo de acercarse juntos a Dios, es el de construir relaciones. Para ello se juntan para desayunar juntos un día a la semana. “Ha llegado un punto en el que muchos de nosotros nos sentimos como una familia”, añade.
UN EJEMPLO DE UNIDAD EN LAS DIFERENCIAS
Durante la campaña electoral, en los últimos meses de 2012, incluso se arriesgaron a reunirse para ver juntos los debates presidenciales entre OBama y Romney. Hubo debate dentro del grupo, pero la conversación política normal acabó en tertulias “por más de dos horas”, sobre temas más importante como la justicia y la gracia.
Desde su posición de pastor, Batterson ve al grupo como un ejemplo a seguir por muchos. Y no sólo son un modelo para los propios políticos: “Creo que los miembros del grupo nos recuerdan que tenemos un Rey, y que somos parte de un reino que es más grande que la propia democracia en la que vivimos”.
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