Tras casi cinco días de deliberación, un jurado federal de Cleveland (Ohio) ha determinado este jueves que Samuel Mullet, líder de una comunidad separatista amish, y otros 15 de sus seguidores son culpables de conspiración, secuestro y crímenes motivados por el odio tras cortar la barba y el pelo a varios miembros de su comunidad.
Este hecho es considerado
una grave humillación dentro de las normas de su fe. Para este grupo religioso, dejarse la barba en los hombres tras el matrimonio es símbolo de la identidad masculina, de la misma forma que entienden que la Biblia debe llevar a las mujeres a dejarse el cabello largo.
Las condenas podrían acarrear penas de prisión de diez años o más. El fallo definitivo del juez está previsto para el próximo 24 de enero.
El juicio ha tenido un gran impacto en la sociedad estadounidense ya que los amish son por un lado muy conocidos, y por otro suelen ser una comunidad que vive aislada de la sociedad moderna actual. La mayoría de sus miembros no usan la electricidad; no utilizan la tecnología ni los coches (salvo de caballos), y suelen resolver sus altercados de forma privada sin inmiscuir a las autoridades.
La ortodoxia amish surge de la Reforma protestante y, aunque tiene sus raíces en la Europa del siglo XVII, la mayoría de sus vive en EE UU. En la actualidad existe una docena de grupos amish viviendo en el Condado de Holmes en Ohio, una de las comunidades más numerosas del país.
Los amish son uno de los grupos religiosos de más rápido crecimiento en América del Norte, según un censo reciente. Están presentes en 21 estados, aunque su población se concentra mayoritariamente en Pensilvania, Ohio e Indiana. También hay grupos en Canadá y algunos minoritarios en el resto del continente.
El crecimiento puede quizás no ser tan visible desde fuera del entorno amish, pero la población amish en 1992 era de 123.000, en el 2008 llegaba a los 227.000, y unos 250.000 amish viven actualmente en los EEUU y Canadá, esperando que supere el millón en 2050.
VIOLENCIA Y COACCIONES RELIGIOSAS
Mullet, de 66 años y fundador de la comunidad amish de Bergholz (Ohio), y sus seguidores, entre los que se encuentran seis mujeres, han sido juzgados por cinco diferentes ataques a miembros a los que el propio acusado ha definido como enemigos durante el juicio. Todos fueron acusados en octubre de 2011 tras el descubrimiento de un conflicto interno, cuando varios miembros afirmaron que en este asentamiento se practicaba este tipo de represalias. El juicio, que ha durado tres semanas, comenzó el pasado 27 de agosto.
A pesar de que Mullet no participó directamente en los ataques, los fiscales le han acusado de ser el "único cerebro" de los hechos. La Fiscalía, además, ha añadido que la causa principal de afeitar y cortar la barba y el cabello a otros miembros del asentamiento era el
castigo por no aceptar las normas que él imponía. Además, permitió que se propinaran
palizas a los que desobedecían sus reglas y llegó a tener
relaciones sexuales con mujeres con el fin de purificarlas, entre ellas, su propia cuñada.
"No fueron meros cortes de pelo, fueron ataques violentos. Nuestra comunidad debe tener tolerancia cero con este tipo de ataques", explicó Steven Dettelbach, fiscal del Distrito Norte de Ohio, al mismo diario.
Algunas de las nueve víctimas que supuestamente ofendieron a Mullet tomaron la decisión de abandonar el asentamiento hace ya seis años, otras en cambio, le enfurecieron al negarse a tratar a otros miembros como enemigos. Durante el juicio, el grupo de los 16 acusados no ha negado en ningún momento su participación en los ataques, sucesos que cometieron con tijeras, cuchillas de afeitar y aparejos diseñados para cortar los crines de los caballos.
LAS BASES LEGALES DE LA CONDENA
El requisito fundamental para que los fiscales consiguieran la condena de crímenes motivados por el odio, era demostrar que estos hechos habían causado "lesiones corporales" en la víctimas -como la "desfiguración"- y que los asaltos se basaban principalmente en diferencias religiosas entre los miembros de la comunidad.
Un argumento que fue rebatido por la defensa que alegó durante el juicio que dichos ataques no implicaban daño físico y que eran consecuencia de disputas familiares y diferencias personales. Incluso, llegaron a reclamar que los fiscales se habían extralimitado en la denominación de los ataques como crímenes motivados por el odio de inspiración religiosa. Al final, el jurado federal de Ohio ha dado la razón a la Fiscalía.
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