El país referente de laicidad en Europa vivirá la primera jornada de elecciones este domingo con varios asuntos calientes: crisis económica, credibilidad en Europa, seguridad interna y también religión, un tema que ha vuelto a la palestra tras el ataque de Mohamed Merah, un francés hijo de inmigrantes argelinos de fe islámica, que asesinó a siete personas a mediados de marzo.
Siendo el islam
la religión más practicada en la actualidad en territorio francés, no deja de ser conflictivo que
en ciertos círculos extremistas se proclamen consignas antieuropeas y hasta, sospechan algunos, se llame a la guerra santa.
El caso de Merah no tardó en ser aprovechado por la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, que se preguntaba “¿Cuántos Merah hay en los barcos, en los aviones que cada día llegan a Francia llenos de inmigrantes?”.
INSTRUMENTO POLÍTICO
El fundamentalismo, según explicó a Efe el experto del Centro de Investigaciones Políticas de la Universidad parisina de Sciences, Gil Delannoi, no es específico de Francia sino del mundo musulmán, pero el miedo de que se acusara a los candidatos de instrumentalizar esa tragedia provocó que se perdiera la oportunidad de analizarlo a fondo.
La propuesta de Le Pen de limitar las ayudas públicas a las familias que tengan al menos “un padre francés” y de prohibir todos los signos religiosos ostentosos, o la insistencia en la defensa del laicismo de Sarkozy son ejemplos de un discurso político que se ha radicalizado.
“El islam no es una etnia ni una cultura, sino una religión que conlleva un estilo de vida que no es el más fácil de conciliar con las tradiciones nacionales francesas”, sostiene Delannoi.
Una opinión que confirma la de su colega en el Centro de Estudios Europeos (CEE) Virginie Guiraudon, según la cual “Francia es multicultural de facto”, pero pese a su historia como país de acogida de inmigrantes “jamás ha tenido multiculturalismo a nivel institucional”.
ASUNTOS VISCERALES
Distinguir las especificidades de las diferentes comunidades choca con la igualdad abanderada en el lema de la República, y
la peligrosa ecuación entre islam, inmigración, inseguridad y terrorismo hace que el candidato que se atreva a abordarla tenga más posibilidades de recibir una crítica que la aprobación general.
“Todo problema del que el FN ha hecho un asunto demagógico es no apto para el tratamiento serio”, señaló en entrevista con Efe el autor del libro “El nuevo populismo nacional”, Pierre-André Taguieff, para quien “paradójicamente la existencia de ese partido beneficia en el fondo a lo políticamente correcto”.
A pesar de las voces críticas con la postura de Le Pen, no se ignora que existe una preocupación en la población que
Sarkozy ha intentado aprovechar marcando en campaña la idea de realizar una política migratoria más dura. Además, resurge el peligro del terrorismo: el experto en geopolítica Dominique Moisi decía en las páginas de El País que “los salvajes ataques de Merah son un amargo recordatorio de que el terrorismo sigue amenazando a muchas sociedades. Se debe reforzar la seguridad y abordar sus causas. Y no tardaremos en descubrir si ese espasmo de terror fue un paréntesis trágico o un punto de inflexión”.
EL FRACASO DEL ASIMILACIONISMO
Francia se caracteriza a su juicio por la presencia de una fuerte comunidad musulmana, cifrable según sus datos en entre 5 y 7 millones de personas, sobre las que la ideología “asimilacionista” (aquella que considera a todos los franceses como iguales ante la ley) predominante ha sido interpretada algunas veces más como discriminación que como integración.
Sobre ello reflexionaba en el Faro de Vigo recientemente
el ensayista Norbert Bilbeny, que cuestionaba este modelo asimilacionista en Francia poniendo en liza el fracaso “de los llamados barrios difíciles”. El modelo “no ha permitido integrar de hecho a los que de derecho se les reconoce igualmente ciudadanos, pero que de hecho aunque tienen igualdad de oportunidades no tienen la misma igualdad de acceso a los derechos y privilegios del resto”.
La voluntad de integrar y la resistencia de aceptar completamente como compatriotas a esos franceses forma parte de un viejo debate superado en esta campaña por la crisis económica, pero que refleja, según esos expertos, que
el problema persiste y estalla en cuanto un hecho puntual aparece como detonador.
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