Egipto dará el poder a los islamistas. Aunque las urnas aún no se han cerrado, la gran mayoría de los ciudadanos ya han votado en las esperadas elecciones parlamentarias. El resultado provisional apunta a una realidad clara: el Islam será protagonista en la nueva sociedad egipcia.
Tras recuentos ya muy significativos, islamistas moderados e islamistas radicales suman juntos más del 60% de los votos. Tras las elecciones en Túnez y Marruecos, el color verde del Islam también tiñe las urnas en Egipto y se consolida así en la alternativa emergente en todos los países que han participado de alguna forma en la 'primavera árabe'.
No ha sido una sorpresa la victoria del Partido Libertad y Justicia, la cara política de los Hermanos Musulmanes. Pero sí ha cogido a contrapié a los expertos el éxito de otro partido de corte islamista: el radicalismo ultraconservador de Al Nur se ha colocado en un inesperado segundo lugar.
SURGE EL PODER ISLÁMICO ESCONDIDO
El repentino despliegue del islamismo en Egipto puede parecer que no encaja con la realidad reciente del país. Pero una de la claves de este enorme apoyo a los islamistas es que
los ciudadanos consideran que los movimientos islámicos conocen las necesidades de los ciudadanos corrientes, que son los que viven más cerca de la calle, cuidan de las comunidades y apoyan a los más necesitados. Pese a esta presencia social, los movimientos musulmanes fueron tratados como una minoría más en Egipto (como en Túnez y Libia). Ahora, sin embargo, surgen como la alternativa natural a los regímenes derrocados.
Los
Hermanos Musulmanes (ilegalizados por Hosni Mubarak) llevaban tiempo esperando pacientemente su momento. Apoyaron más o menos discretamente las revueltas, dirigieron espiritualmente a la mayoría musulmana en la plaza Tahrir y prepararon el terreno para que la primera cita democrática del nuevo Egipto convirtiera en asientos parlamentarios su presencia real en las calles.
Pasados siete días de la apertura de las urnas, y con 6 de cada 10 egipcios que ya han expresado su opinión, el PLD (Partido Libertad y Justicia) ha conseguido su objetivo. Tras el éxito de su movimiento en Marruecos (el Partido Justicia y Desarrollo), el brazo político de los Hermanos Musulmanes consigue ahora una aún más importante victoria en Egipto. Los últimos datos hablan de un 37% de los votos. Con una distancia significativa aunque no decisiva sobre
Al Nur, segundos con un 24%.
LAS LEYES QUE MARCARÁN EL FUTURO EGIPTO
Estas elecciones, las parlamentarias, se habían planteado en algunos foros como sólo un primer paso hacia la nueva democracia, pero la realidad es que son un evento clave para dibujar la arquitectura del estado post-Mubarak. Del Parlamento que se está formando saldrá la nueva Constitución. La ideología dominante de las futuras Cortes escribirá las reglas de juego. Y visto lo visto en esta primera ronda, el Islam será el modelo que inspirará la nueva ley fundamental egipcia.
La Sharia se convierte en protagonista. De hecho, los salafistas pedirán que Egipto mute hacia una teocracia, un estado islámico sin ningún tipo de complejos. Los Hermanos Musulmanes, en cambio, ya han dejado claro que no llegarán a este extremo. Pero aunque prometieron aplicar el Islam de una forma más suave, no ocultan su intención de convertir el Corán en un referente para las nuevas leyes del país.
Y AHORA, ¿QUÉ?
Si se confirma en la segunda vuelta la mayoría islamista, entonces muchos interrogantes empezarán a tener sentido. ¿Promocionará la nueva Constitución la implantación de la Sharia? ¿Perderán las mujeres los derechos que habían ido consiguiendo? ¿Se harán recortes de las libertades en el espacio público?
¿Qué pasará con las prácticas que los islamistas consideren ofensivas a ‘la’ religión? ¿Se podrá hablar de libertad religiosa? ¿Qué será de la comunidad copta, que ha vivido la muerte de violenta de decenas de sus miembros y la quema de iglesias en las últimas semanas? ¿Cuál será la situación de los
evangélicos y los católicos que hace unas semanas se unían para pedir a Dios un Egipto que les permita mantener su identidad?
La minoría cristiana se prepara para lo que puede venir. Miran con recelo a Túnez o Libia, donde ya se vuelve a promover la segregación de hombres y mujeres en los espacios públicos y se anulan leyes que promovían la igualdad de género.
Desde Europa, resulta paradójico observar cómo la revolución de miles de ciudadanos que derribó un poder autoritario se canalice ahora en votos para dos partidos que, de forma diferente, también recortarán libertades.
La alianza de partidos laicos, que garantizaban una cierta equidistancia en lo religioso sólo ha conseguido un impotente tercer lugar en estas elecciones. El llamado Bloque Egipcio, de corte liberal, no ha conseguido representar en sus filas el deseo de renovación y modernización de los jóvenes que fueron la cara visible de las protestas.
En los próximos meses las decisiones comenzarán a asentarse.
Lo que está claro de momento es que los ciudadanos egipcios han empezado a caminar hacia un futuro ligado al Islam. La Comisión redactora de la nueva Constitución desarrollará las bases de una sociedad más centrada en el Corán.
La minoría cristiana, por su parte, se prepara para buscar alternativas en un país en el que su voz será aún más frágil.
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