Los 24.000 integrantes de la
comunidad protestante ultra-ortodoxa (tipo amish) que vive en el interior de Holanda podrán utilizar la Red sin culpa, tras el cambio de opinión oficial de sus pastores. Se unen así a la comunidad evangélica internacional, que ha sido pionera en el uso de este medio.
En efecto,
tras el Sínodo convocado en Barneveld, ya no será pecado navegar en internet para los evangélicos reformados de Holanda. En el Sínodo la mayor parte de los delegados se expresaron a favor de la Web, porque la red “ha echado raíces tan profundas que las iglesias y las comunidades no pueden prohibir su uso”.
Muchos de los que pertenecen a esta Iglesia viven en el área conocida como “el cinturón protestante holandés de la Biblia”, que se extiende desde la provincia de Zeeland (sureste) a la de Overijssel (noreste). En Holanda las conocen como “Iglesias de calzas negras” por la forma extremadamente conservadora con la que se visten. Gran parte de la comunidad no ve la televisión ni escucha la radio.
Uno de los presentes en el Sínodo de Barneveld definió Internet como “un fenómeno que es necesario alejar lo más posible de nosotros”, pero otros exponentes del Sínodo argumentaron que la red puede ser usada positivamente, postura que ganó finalmente por mayoría.
HEREDEROS DE CALVINO
«Los habitantes se ven como los verdaderos herederos de Juan Calvino» , el teólogo protestante francés nacido hace 500 años, explica Jan de Wolde, un historiador octogenario, residente de
Satphorst desde hace 54 años.Esta ciudad de 15.000 habitantes es considerada como la más conservadora de Holanda, situada a un centenar de kilómetros al este de Amsterdam.
Un decreto municipal prohibió la blasfemia, aunque a la vez no considera castigarla , y según cifras del proveedor de televisión por cable Ziggo, el 80% de los hogares no tenía televisión en 2009. Las mujeres que usan pantalones, «una vestimenta de hombre, no bíblica», según Wolde, son pocas y se ve como algo raro.
El domingo en Staphorst los autobuses no circulan. Los negocios y la piscina municipal están cerrados. Pero las calles que llevan a los cinco templos protestantes de la ciudad están repletas de gente. Para asistir al culto, las mujeres tienen que cubrirse la cabeza. «Todo está cerrado el domingo, salvo la iglesia. Es imposible vivir aquí, asfixiante», asegura Vic van Vuuren, un estudiante de 19 años que se proclama ateo y que está ansioso de abandonar su ciudad natal. Pero muchos otros siguen residiendo sin querer marcharse.
Cerca de mil mujeres usan todavía las vestimentas tradicionales que le valieron el sobrenombre de ´Zwarte kousen´ (´medias negras´) a los calvinistas del ´cinturón bíblico´ holandés, que atraviesa el país en diagonal del suroeste al noreste.
«Desde el exterior, todo puede parecer medieval», reconoce una habitante de 66 años. Aunque están al tanto de lo que ocurre a su alrededor, pero a menudo en desacuerdo : la eutanasia, la legalización de la prostitución, el aborto y el casamiento homosexual, que hacen de Holanda un laboratorio del liberalismo social, son tabú en este lugar. Sin embargo, y aunque como en toda ciudad Staphorst tiene «sus extremistas», agrega, «la gente que vive aquí es en su mayoría tolerante con el otro y es reconfortante vivir en una comunidad tan unida». Una buena muestra es el joven ateo Vic van Vuuren, aburrido pero respetado.
«Uso falda porque así me siento bien», afirma Ventje Veijer. Esta joven de 21 años nunca visitó Amsterdam, con su famoso ´Barrio rojo´ y sus ´coffee shops´, donde se vende marihuana. ¿La razón? La tiene clara: «porque allí tienen valores diferentes».
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