Hay cerca de 2 millones de cristianos en Japón, dentro de una población de 127,5 millones.
Aiko Chinchilla vive en una provincia llamada Saitama, la cual colinda con la capital, Tokio. Ella contó que donde vive el sismo tuvo una magnitud de 5 grados. “En los alrededores de mi casa no hubo daños, y la información que cuento del terremoto proviene de la televisión. Siguen las réplicas de 3 a 4 grados y las puedo sentir aquí donde vivo”.
“Lo que yo puedo decir es que ya hace un par de días ya se habían sentido unos seísmos y habían dicho que tuviéramos cuidado porque podía venir algo más fuerte. Yo nada más me pongo en las manos de Dios, porque esto puede suceder en cualquier lugar. Nada más hay que encomendarse y esperar la voluntad de Dios, a cualquiera le puede tocar fallecer en una situación así y ese no es el fin de uno, eso todos lo sabemos muy bien. Entonces aunque sí me atemoriza un terremoto, uno está en las manos de Dios y que se haga su voluntad.”
“Cuando sucedió el sismo mi esposo se encontraba trabajando en Tokio, y creí que hoy no regresaría a casa pues los trenes no están funcionando”, dijo Aiko. “Sin embargo le prestaron un coche de la empresa y viene de camino. Él y yo nos hemos estado comunicando por correo electrónico pues las líneas de teléfono están saturadas y no funcionan”.
“Normalmente desde Tokyo hasta mi casa se demora en carro si acaso una hora, sin embargo mi esposo salió desde allá hace 5 horas y aún no llega pues hay muchas presas”, agregó la joven que fue a vivir a Japón desde Costa Rica hace algunos años.
Por su parte,
Rick Justus, un misionero a Japón, narró a CBN News la severidad del trágico terremoto y el subsecuente tsunami. El y su familia viven en la ciudad de Shimada a dos horas al sur de Tokio. “La magnitud del terremoto aquí fue registrada en unos 4 grados y tuvo una duración a cualquier otro que hayamos experimentado antes, duró unos 4 minutos”, dijo. “Tenemos amigos misioneros en el área afectada por los que estábamos preocupados. La mayoría de ellos parece estar bien. Pero una familia de mi iglesia tiene tres tías en el área del tsunami a las que no han podido contactar aún”, agregó el misionero.
“Esta es una buena oportunidad para nosotros como cristianos para alcanzar a los afectados con compasión como hicimos cuando ocurrió el terremoto en Kobe. Entonces tuvimos muchas oportunidades de llevar sábanas y alimentos y otras cosas en medio de la tragedia”, comentó Justus.
El Dr. Michael Oh, director del Seminario Bíblico en Nagoya, Japón, dijo que, aunque la Iglesia sólo supone menos del 1 por ciento de la población japonesa, es una fuerte comunidad en acción.“El paralelo más cercano fue durante el terremoto de Kobe en 1995. La respuesta de la Iglesia en 1995 contribuyó a la renovación de esa ciudad. Confío que la Iglesia hará lo que sólo ella pueda hacer para alcanzar los cuerpos y almas de la nación menos alcanzada del mundo”, asegura.
El Dr. Oh dice que los misioneros en Japón se han estado preparando para el tiempo en que los corazones del pueblo japonés se abran al evangelio, y él cree que éste puede ser ese tiempo.
SIN NOTICIAS DE LAS IGLESIAS
Casi se desconoce por completo la situación de las iglesias de Japón en medio del desastre. El pastor Hiroshi Kawasaki de Asian Access (Acceso al Asia) indica: "Más de 300 iglesias fueron afectadas". Kawasaki está tratando de contactar a las iglesias casi a cada minuto, pero muchas líneas telefónicas inalámbricas y terrestres no funcionan. Todavía falta recibir noticias de la mayoría de ellas.
La directora del ministerio para Japón, Mary Jo Wilson, declara que las iglesias que no fueron afectadas están haciendo todo lo posible por ayudar. "Algunas iglesias han abierto sus puertas y están proveyendo vivienda temporal a largo plazo. Así que vemos al cuerpo de Cristo que trabaja en unidad".
Por ahora, la ayuda y la vivienda son vitales para más de 310.000 personas que quedaron sin hogar. Asian Access ha establecido un fondo de ayuda humanitaria.
Pero la iglesia se prepara para otra necesitad también, según Wilson: "En poco tiempo, es probable que ellos necesiten mucha, mucha ayuda espiritual. Por lo pronto, ore para que Japón experimente la realidad del amor de Cristo".
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