Los suizos que no profesan ninguna religión se suicidan más que los protestantes o católicos, dice un estudio de las universidades de Berna y Zúrich que asegura también que la religión «es una fuerza social muy poderosa».
El Instituto de medicina social y preventiva (ISPM por sus siglas en alemán) de las universidades de Berna y Zúrich, acaba de publicar un análisis sobre suicidios. Lo que más sorprende es observar la religión a la cual pertenecen o no profesan los suizos y suizas que se suicidan. Los resultados saltan a la vista: las personas que no profesan ninguna religión se suicidan más que protestantes y católicos. Éstos últimos son incluso los que menos se suicidan.
La pertenencia a alguna religión protege del suicidio. Otra particularidad es que el riesgo a cometer suicidio es entre los suizos católicos menor que en los protestantes. Entre los ateos el número de suicidios es mayor que en cualquiera que profese una religión.
Los autores de dicho estudio se basaron en el censo del año 2000, en el cual se encuentran datos de más de tres millones de habitantes en Suiza entre los 35 y 94 años de edad. De acuerdo con informaciones sobre el tipo de religión que confiesan, se registraron 39 casos de suicidio entre 100.000 personas sin algún tipo de religión. Entre los protestantes la cifra ascendió a 29 casos, y entre los católicos el número llegó a 20 suicidios.
EL PODER DISUASORIO DE LAS CREENCIAS
Una de las formas más usuales de suicidio es la toma de una gran cantidad de pastillas para dormir. Según los autores de este estudio, que fue publicado en la revista sobre investigación científica de Oxford, Reino Unido, International Journal of Epidemiology, «la religión es una fuerza social importante». La fe católica condena tanto al que comete suicidio como al que lo asiste (eutanasia), lo que es legal en Suiza bajo condiciones específicas.
Los científicos berneses confirmaron una hipótesis del sociólogo francés Emile Durkheim, que ya en el año de 1897 investigaba la relación entre la religión y el suicidio. Él argumentaba en ese entonces que la cohesión e integración social de los suizos y suizas católicos reducían la tasa de suicidio.
Los científicos del Instituto de Medicina Social y Preventiva de las Universidades de Berna y Zúrich también concluyeron que la relación entre suicidio y religión cambia de acuerdo con la edad. El efecto de protección entre los creyentes, pero también el alto riesgo de suicidio entre las personas sin ningún tipo de confesión, se muestra más fuerte cuanta más edad se tiene.
En los casos de suicidio asistido, apoyados por organizaciones que trabajan con la eutanasia, la relación con la religión es incluso más marcada. Son menos los casos de suicidio asistido entre los católicos y más entre aquellos que no profesan ninguna religión, sobre todo en población de adultos mayores. «Precisamente para las personas que no profesan ninguna religión parece ser que el suicidio asistido es una posibilidad de terminar en la vejez con la vida de forma determinada», dice Matthias Egger, profesor del ISPM de la Universidad de Berna.
MENOS DEPRESIÓN EN LOS CREYENTES
Los habitantes de los países más religiosos de América Latina como Brasil, Honduras, y Panamá, tienen menos riesgo de sufrir depresión, según un nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Algunos expertos consideran que la ferviente práctica religiosa que se produce en estos países es un factor determinante.
El informe divulgado señala además que la gente que vive en áreas urbanas tiene más probabilidades de sufrir depresión, una situación que se agrava si en esos centros urbanos existe una gran desigualdad social. El estudio, que analizó datos de 93 países obtenidos de la encuesta de opinión pública realizada por la firma Gallup en el año 2007, señala también que el nivel de ingresos, medido según el Producto Interior Bruto per cápita, no afecta la posibilidad de depresión.
Los autores descubrieron que entre los 14 países con mayor disparidad de ingresos que experimentaron menores posibilidades de sufrir depresión al menos ocho tenían un alto porcentaje de habitantes religiosos: Honduras, Panamá, Níger, Senegal, Jamaica, Uganda, Brasil y Mozambique.
El informe patrocinado por el BID y elaborado por los economistas de la Universidad de la República en Uruguay, Natalia Melgar y Máximo Rossi, es el primero en realizar un amplio análisis transfronterizo sobre el impacto de factores como el desempeño económico en la depresión.
Los investigadores utilizaron como referencia Estados Unidos, por la amplia disponibilidad de datos e investigación sobre el tema y realizaron a continuación un gráfico en el que mide las posibilidades de los ciudadanos de un determinado país de estar más deprimidos que los estadounidenses.
Según Melgar y Rossi, los habitantes de Etiopía, Corea del Sur y Bolivia son los que tienen más posibilidades de sufrir depresión que los residentes en EEUU, mientras que los de Mauritania, Albania y Dinamarca los que menos.
El estudio también confirma las conclusiones de informes previos que apuntan que los hombres tienden a deprimirse menos que las mujeres y que los casados también lo hacen menos que los solteros. Además los divorciados sufren más el mal que los viudos, mientras que los desempleados son también un grupo de alto riesgo.
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