Foreman dominó toda la pelea, controlando la mayor parte de la acción y ofreciendo un recital de golpes duros y efectivos sobre su adversario. Llegó a derribar a Santos tres veces, proclamándose ganador claro de la pelea a los puntos.
Foreman está además invicto en su historial de combates, venciendo en los veintiocho que ha celebrado. Se trata también del primer israelí que es campeón mundial de boxeo.
EL LADO MÁS HUMANO DE FOREMAN
La historia de Yuri empieza hace 29 años en Gomel (Bielorrusia), donde nació y creció en un apartamento de dos habitaciones junto a sus padres, su abuela, su tío, su tía y el hijo de ésta. Yuri era objeto de burlas y de golpes hasta que su madre le apunta a un club de boxeo a los siete años. Con el derrumbe de la URSS, la familia opta por buscar una vida mejor en Haifa, como tantos otros judíos rusos. No emigran por motivos religiosos; sólo quieren mejorar sus condiciones.
En 1991, con once años, Yuri debe empezar de nuevo. Otro país, otro idioma. Cuando salía de la escuela ayudaba a su padre en las labores de casa ante la quebradiza salud de la madre. Durante las vacaciones se empleaba de albañil y como en Haifa no había ningún club de boxeo se entrenaba al aire libre, con otros aprendices de boxeador. A los quince años sueña con ser campeón del mundo, se proclama en tres ocasiones campeón de Israel y cuando fallece su madre a causa de una hepatitis, decide con 18 años hacer las maletas para labrarse un futuro en los ´rings´ de Estados Unidos.
Vuelta a empezar; otro país, otro idioma. Nada más llegar a Nueva York empieza a entrenar en el Gleason´s Gym de Brooklin. A los tres años de estancia en el país gana el Golden Gloves neoyorquino y al año siguiente, 2002, debuta como profesional.
Y SU LADO ESPIRITUAL
"No era especialmente religioso; mis padres eran laicos hasta la médula. Pese a vivir ocho años en Israel ni siquiera sabía qué significaba el Yom Kippur" (Día del Perdón, uno de los días más celebrados del calendario religioso hebreo).
Pero
quedó impactado por la prédica de un rabino en la sinagoga. "Hablaba del bien contra el mal y el ejemplo me sugirió un combate de boxeo. Me presenté a él y me puso a estudiar el Talmud, cosa que hacía en la ´yeshiva´ (escuela judía) que está a dos puertas del Gleason´s Gym donde entreno", explica Foreman en las páginas de ´L´Equipe´.
En esta actividad se inició junto a su esposa, Leyla Leideckaer, cineasta, modelo y ex boxeadora. Al cabo de dos años de lecturas sagradas
decidió estudiar para rabino y su mentor, el rabino DovBer Pinson le califica de "buen alumno. Cuando sus compañeros se enteraron que boxeaba no se lo creían porque Yuri no tiene la imagen habitual de los boxeadores. Es tranquilo y sosegado". A Yuri le queda un año de estudios para graduarse como rabino.
Foreman explica que religión y boxeo no son incompatibles. "Se trata sólo de ser capaz de hacer varias cosas; puedes ser campeón del mundo y a la vez rabino. Hay que ser polivalente y dejarse de estereotipos. El boxeo es mi profesión y empecé a boxear antes de empezar mis estudios para rabino. Probablemente no aconsejaría el boxeo a los chicos en la ´yeshiva´ (escuela). Pero este es mi trabajo".
Foreman integra bien en su vida esta faceta religiosa, nada habitual para un boxeador. Su aspiración profunda de llegar a ser rabino es evidente incluso
en la indumentaria que viste en sus combates: luce la estrella de David en sus calzones de boxeo.
Para esta meta espiritual Yuri estudia Talmud y Cábala en una yeshivá (escuela rabínica) de Brooklyn, dedicando a esta tarea todas las mañanas; siendo por las tardes cuando entrena en el gimnasio. A este horario intenso añade que dos veces por semana participa en las clases rabínicas que se imparten en el instituto IYYUN en Gowanus.
Sólo hay un antecedente parecido en el mundo del boxeo. Se trata de su homónimo el ´Big´ George Foreman, campeón del mundo de pesos pesados, que acabó como pastor evangélico en una iglesia protestante de California.
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