Un reciente artículo publicado en el diario londinense Daily Telegraph ha vuelto a plantear este problema. El artículo de Alastair Palmer en el «Telegraph» es dramático. Cuenta la historia de Sofia Allam, que vio como su amable y cariñoso padre «amenazaba con matarla» por dejar la religión musulmana. «El me dijo que no podría seguir viviendo en su casa ahora que era una ´kaffir´ (un término despectivo para los no musulmanes)», explica Sofia.
«Me insultó terriblemente. Yo no pude reconocer en este hombre al padre que siempre fue afectuoso conmigo. La transformación de mi madre fue aún peor. Ella constantemente me pegaba en la cabeza y gritaba todo el tiempo», cuenta la víctima, que finalmente fue expulsada de su casa.
AMENAZADOS POR CONVERTIRSE AL CRISTIANISMO
Otro caso similar fue denunciado el 5 de diciembre por el Times. La hija de una familia musulmana británica muy conservadora se encuentra bajo protección policial por haber recibido amenazas de muerte de su familia después de haberse convertido al cristianismo. La mujer de 32 años, cuyo padre es imam musulmán en Lancashire, se mudó 45 veces para no ser localizada por su familia desde que se hizo cristiana hace 15 años. Hannah, que utiliza un seudónimo para ocultar su identidad, dijo a ´The Times´ que se convirtió al cristianismo después de huir de su casa a los 16 años para evitar un matrimonio concertado por sus padres. Las amenazas contra ella se hicieron particularmente insistentes hace un mes por lo que la policía le ofreció protección.
Las organizaciones musulmanas en Europa condenan oficialmente esta actitud, pero la sinceridad de sus protestas es dudosa. Una reciente encuesta entre jóvenes musulmanes británicos reveló que el 36% considera justa la condena a muerte de quienes cometen apostasía. Mina Ahadi, una activista de los Derechos Humanos que formó una organización de ex musulmanes en Alemania en febrero de este año, declaró a la revista ´Der Spiegel´ que las organizaciones musulmanas oficiales reconocidas por el gobierno alemán, desean obligar a las mujeres a usar el velo y promueven un clima hostil al contacto libre entre jóvenes de ambos sexos. Ahadi, al igual que las conversas británicas, recibió múltiples amenazas y debió ser protegida por la policía.
El tema no es nada nuevo. Un destacado musulmán disidente, Ibn Warraq, participó con una ponencia en un debate sobre «Apostasía, Derechos Humanos, Religión y Fe» realizado ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra el 7 de abril de 2004. Explicó en esa oportunidad que todo rechazo verbal a cualquier principio de la fe musulmana es considerado apostasía. Ciertos actos de falta de respeto a la fe, como el quemar o causar el deterioro de un ejemplar del Corán, también son considerados como apostasía. También es considerado apóstata quien difame a Mahoma o pretenda negar su condición de profeta. Para algunos doctores de la ley islámica un musulmán ya se vuelve apóstata si entra a una iglesia cristiana.
Otro especialista en el Islam, el Dr. Patrick Sookdeo, director del fondo Barnabas, cuyo objetivo es proteger y ayudar a los cristianos en países hostiles a su religión, destaca que las cuatro escuelas de Ley sunnita, así como las de carácter shiíta, coinciden en que debe aplicarse la pena de muerte por apostasía.
En los países en los que impera la Sharia o ley islámica como Irán, Arabia Saudí, Afganistán, Pakistán, Sudán y Mauritania, la pena de muerte para quienes abandonan el Islam suele ser aplicada. En algunos casos las sentencias no llegan a cumplirse debido a la presión internacional. Es el caso del somalí, Mohammed Omer Ají, que vivía en el Yemen desde 1994 y se convirtió al cristianismo. Fue encarcelado en enero del 2000 y torturado para que abjurara de su conversión. En junio fue condenado a muerte por apostasía, pero luego de que el caso llegara a los titulares de la prensa mundial fue liberado en julio del 2000.
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